Así resolvió la Guardia Civil los crímenes de Pioz

telecinco.es 03/11/2016 11:50

Un mes de ventaja le llevaba Patrick Gouveia a la Guardia Civil cuando descubrieron los cadáveres de sus tíos y sus primos en el chalet de Pioz. Una ventaja que podría haber sido más reducida si alguien hubiera tenido en cuenta las continuas protestas de los vecinos y el propietario del chalet sobre el mal olor que se percibía en sus alrededores.

Fue el día 17 de septiembre, a las 21:45 cuando una vecina que no soportaba más el hedor que envolvía el chalet descolgó el teléfono y llamó al encargado de mantenimiento de la zona, éste llamó a los vigilantes, estos al dueño del chalet que dio permiso para entrar en la parcela, y finalmente los vigilantes llamaron a la Guardia Civil cuando levantaron la persiana del salón y vieron cientos de cadáveres de moscas alrededor de varias bolsas de basura amontonada en un rincón de la sala.

Un día después los guardias de la Policía Judicial de la comandancia de Guadalajara y de la Unidad Central Operativa se dividían el trabajo. Por un lado localizando a todo vecino y vigilante de la urbanización de Pioz que pudiera dar detalles de coches sospechosos o indicios de que las víctimas se escondían de alguien. Por el otro localizando a los compañeros de trabajo del cabeza de familia asesinado indagando si tenía cuentas pendientes o enemistades.

Y lo primero que descubrieron es que durante semanas nadie hizo caso a las quejas de los vecinos sobre el hedor que desprendía la casa. Desde el 2 de septiembre el casero se quejaba a la inmobiliaria de que las víctimas no pagaban, el encargado de la inmobiliaria se pasó el día 7 de septiembre entró en la parcela del chalet y tras no ver ni rastro de vida achacó el mal olor a la piscina y concluyó que los inquilinos se habían ido. El panadero, desde el 18 de agosto, encontraba el pan del día anterior sin recoger en la panera. Y finalmente el casero, desesperado, envió el 15 de septiembre una carta al alcalde de Pioz notificándole su sospecha de que los inquilinos habían abandonado la casa y quejándose del mal olor “fétido y penetrante” pidiendo que fueran a comprobarlo “No vaya a ser, Dios no lo quiera, que haya alguien muerto en mi casa”. Nadie hizo nada. Marco, Janaina y sus dos pequeños hijos de 1 y 3 años no parecían importarle a nadie.

Los guardias, a través de esos testigos ya calculaban de forma aproximada cuando habían asesinado a las víctimas incluso antes de la llegada del informe forense. Y aunque las primeras 24 horas buscaron sospechosos de ajustes de cuentas esta primera vía no duró demasiado. Justo hasta que los guardias descubrieron que las víctimas tenían un pariente en España desconocido que se llamaba Patrick Gouveia y que no se había interesado por el asesinato de sus familiares.

La tarde del día 20 de septiembre los compañeros de trabajo de Marcos, el padre de familia asesinado, hablaron por primera vez de Patrick con los guardias y le señalaron sin dudar como el presunto homicida. Los guardias les citaron para declarar al día siguiente pero en ese momento Patrick huía de España rumbo a Brasil desde el aeropuerto de Barajas. Se les escapó por unas horas. En tres días la UCO había reducido de un mes a unas horas la ventaja que les sacaba el asesino.

Las declaraciones de los compañeros de trabajo situaron a Patrick en el centro de la investigación. Revelaron la mala relación con su tío Marcos, los celos de Marcos y su preocupación por el carácter violento de Patrick, la huída de la familia a Pioz lejos de su sobrino…y también que Marcos alquiló el chalet de Pioz con el último envío de dinero que la madre de Patrick le mandó para cuidar de su hijo.

El 22 de septiembre la policía brasileña interrogaba a la familia de las víctimas en Brasil y pocos sospechaban de Patrick. En España la UCO de la Guardia Civil lo tenía claro, Patrick odiaba a las víctimas y las culpaba de haberle abandonado a su suerte en España. La UCO con ayuda de sus compañeros de Guadalajara se aplicó en reconstruir los pasos de Patrick los días del crimen del 17 de agosto. Como el presunto asesino no tenía coche, rastrearon las líneas de autobuses que podría haber usado para trasladarse hasta el escenario del crimen y encontraron DOS TESTIGOS QUE LE RECONOCEN dirigiéndose hacia la casa de las víctimas el día del crimen. Revisaron su abono de transporte y confirmaron los autobuses que Patrick cogió ese día y las horas. Estudiaron su tarjeta de acceso al gimnasio y como lo demás, todo cuadraba. Midieron tiempos y trayectos y encajaba.

Con el asesino localizado en Brasil, los guardias se dedicaron a ir cerrando flecos. Las compañeras de piso de Patrick les contaron que les preguntó dónde comprar una pala y cómo llegar hasta las zonas montañosas más próximas. Cuentan cómo tras descubrirse los cadáveres de su familia Patrick pintó la mitad de las paredes de su habitación y lavó con lejía la casa, supuestamente para ocultar manchas o pistas que le relacionaran con el crimen, y huyó el día 20 precipitadamente sin recuperar los 250 euros de fianza que dejó al casero que le alquilaba la habitación.

Entre tanto llegaron los informes de los teléfonos móviles. El móvil de Patrick le situaba en el escenario del crimen el día y a la hora que según el forense mataron a las víctimas. Hasta 12 comunicaciones de datos tenía su terminal, que más adelante se sabría eran los whatsapps que se cruzó con su amigo de Brasil que le fue asesorando y animando en directo durante su orgía asesina.

Sólo quedaban los informes de ADN. Y estos contaban como Patrick intentó limpiar la casa tras los crímenes pero no consiguió borrar su rastro diseminado por una decena de puntos del escenario de los asesinatos. El más comprometedor, sus huellas entre la cinta americana que uso para atar las bolsas y la propia bolsa de basura que contenía los cadáveres. Los guardias de Guadalajara y la UCO quisieron asegurarse y preguntaron al dueño de la casa. “Me fui un día antes de que llegaran las víctimas, y en la casa no había cinta americana como esa”. El casero aportó mensajes de teléfono que supuestamente le enviaron las víctimas el 30 de agosto cuando llevaban 13 días muertos. Los guardias remataron la investigación averiguando que fue el propio Patrick quien envió esos mensajes desde su piso compartido con el teléfono de su tío asesinado.

Y con una buena mano de cartas en su poder, los guardias convencieron a la hermana de Patrick para que regresara de Brasil a entregarse. Los investigadores no tuvieron ni que barajar sus cartas. La confesión de Patrick nada más bajar del avión en Madrid fue confirmando punto por punto el relato de los informes que los guardias fueron enviando al juez durante el transcurso de la investigación.