El exgerente de vóley encargó una radial y cal viva para asesinar a los holandeses

Malena Guerra / Ángel Moya 29/05/2013 20:22

Ingrid Visser y su marido Lodewijk Severin murieron el mismo día que llegaron a Murcia. Su presunto asesino, Juan Cuenca , exgerente del club de vóley, fue quien fichó a la exjugadora en su día y, presuntamente, tenía negocios con el holandés . Cuando supo que la pareja venía a Murcia encargó a una intermediaria que los recogiera en la avenida Juan Carlos I, donde aparcaron el coche. La secretaria de Cuenca no conocía a la pareja y les reconoció por la altura y la descripción que su jefe le había dado. Ella les llevo a la casa rural donde, según la policía, el exgerente había preparado todo para matarlos. De hecho , además de recoger a los holandeses, le había hecho otro encargo a la intermediaria, llevar una radial y comprar cal viva. Esa mujer fue la que acudió a la policía y denunció al exdirectivo días después, cuando en los medios de comunicación comprobó que se trataba de la pareja que había recogido por orden de Juan Cuenca.

Juan Cuenca , asegura que él no ordenó las muertes y que no estaba presente cuando los golpearon hasta la muerte . Dice que se marchó y los dejó con los dos sicarios que él no había contratado ni conocía. Cuando regresó a la casa rural comprobó que Ingrid y su compañero habían sido asesinados. También debió acompañar a los sicarios a la finca de Alquerías donde los cuerpos, descuartizados con una radial, fueron sepultados. Porque fue él quien señaló a los agentes el enterramiento cuando la policía lo detuvo alertado por su secretaria.

En su declaración judicial, el detenido acusa de ser el cerebro de la trama al que fuera presidente del club, Evedasto Lifante. El expresidente, ahora alcalde de una pedanía, ha atendido a Informativos Telecinco y ha explicado que desde el primer día ha colaborado con la policía. Dice que tiene miedo a que ahora le peguen dos tiros y que Juan Cuenca no es de fiar. Cuenta que el exgerente se marchó de club llevándose la documentación y todas las cuentas y que desde entonces no lo ha visto. Y explica que hace unos meses Hacienda le exigió unos papeles del club y cuando se los fue a pedir a su ex amigo, éste se los negó. Hace poco una mujer le enseñó un contrato de compra venta de una cantera de su propiedad. Juan Cuenca había falsificado la firma de Lifante y éste tuvo que querellarse. El detenido por las muertes de Ingrid y su marido había simulado la venta de la empresa de mármoles. Por eso, añade Lifante, “no me extrañaría que Cuenca haya estafado igual a Lodewijk y ahora el holandés estuviera reclamando su parte del pastel”

La policía investiga una sociedad en un paraíso fiscal creada por Juan Cuenca y cree que el marido de Ingrid Visser pudo entregar a su presunto asesino también dinero negro procedente de inversores holandeses que estarían reclamando su capital. Presionado por las deudas, Cuenca habría ideado los asesinatos. La policía no ha cerrado ninguna línea de investigación y volverá a interrogar a Evedasto Lifante para a asegurarse de que no tiene ninguna relación con los oscuros negocios de Juan Cuenca y Lodewijk Severin.