El Mausoleo de Ho Chi Minh, ¿una visita obligada?

telecinco.es 19/10/2010 12:03

El culto a la personalidad no entiende de ideologías. Eso sí, desde las dictaduras comunistas siempre se ha empujado mucho. A falta de religión, nunca vino mal el aumento de estatus del líder a categoría de semidios. Y más si está muerto. Y sí ya muere joven como le pasó al Che o a José Antonio Primo de Rivera el culto se multiplica exponencialmente.

Vietnam es uno de esos sitios. En Cuba, ese culto a Fidel se mantiene sin fisuras “oficiales”. En Rusia, los gobiernos de Putin y su sucesor están empeñados en recuperar la figura de Stalin, no tanto la de Lenin, como el gran hacedor de la Gran Rusia de la época de la Guerra Fría del siglo pasado.

El mausoleo de Ho Chi Minh, en Hanoi, la capital de Vietnam, cumple con una gran tradición comunista que iniciaron Lenin y Stalin en la Unión Soviética y continúo Mao en China. Ho Chi Minh, padre fundador del Vietnam moderno, falleció en 1969 sin ver finalizada la guerra con el Sur y los EEUU.

Es el amado líder y la visita de su mausoleo ayuda para observar de cerca la sociedad vietnamita. Es un foco de peregrinación con una mezcla entre secular y espiritual muy parecida a las romerías veraniegas o las visitas a las salas de trofeo de los clubes de fútbol.

Tanto vietnamitas como extranjeros tienen que aguantar larguísimas colas para entrar al mausoleo. Todos juntos. Y guardar sus respetos a Ho Chi Minh, los primeros; o satisfacer la curiosidad turística-histórica de ver un cuerpo embalsamado los segundos.

Es imposible entrar con pantalones cortos y sin mangas. Es una falta de respeto. Si cometes el error de ir hasta allí de esa guisa, los funcionarios que gestionan el mausoleo te dejan una ropa que huele muy bien y está como nueva para que puedas ver a Ho. Si pasas ese filtro, uno más, prohibido entrar con gorra y con las manos en los bolsillos…

Una vez dentro, no dejan tomar fotos, y de ello se encargan unos soldados muy bien vestidos colocados cada cinco metros en el camino hasta llegar a la cripta donde descansa un Ho Chi Minh con pelos largos que, y que me perdonen los vietnamitas, se parece mucho a las imágenes de Fumanchú del cine.

Estos soldados son muy educados. No hablan y tampoco te dejan hablar a ti. Sí por un pequeño error te sales de una línea amarilla que hay que seguir obligatoriamente, te (empujan) amigablemente con sus guantes blancos para que vuelvas a tu sitio. Enriquecedor.

Si a pesar de todo esto quieres ir, vigila que no estés en Hanoi justo en los tres meses al año en que se llevan la momia a Rusia para trabajos de mantenimiento. Por cierto, aunque no los lo creáis, la entrada es gratuita.