Era de preveer y así ocurrió. Cuando el Presidente bajaba del avión y pisaba suelo portugués casi 48 horas después de la dimisión de Rato todavía no había dado una explicación pública de lo que estaba ocurriendo .Y a esto había que añadirle los rumores crecientes de una posible nacionalización de Bankia. Esto flotaba en el ambiente y la primera pregunta de la rueda de prensa estaba escrita. Y la respuesta casi también, a la gallega: "el viernes se tomarán medidas y antes". Tras esto, mensaje tranquilizador a los ahorradores y a los accionistas porque según Rajoy el Gobierno va a adoptar todas las medidas que crea oportunas para salvar el sistema financiero. Hasta aquí Bankia, y hasta aquí bancos. Y lo cierto es que la XXV Cumbre España-Portugal ha dado y para mucho. Junto al Presidente han viajado 8 ministros y 2 secretarios de estado. Las relaciones comerciales con el país vecino son tremendamente productivas y eso también se llama dinero. Los acuerdos entre ambos son múltiples y las concordancias también. Países vecinos, casi hermanos, y ambos inmersos en situaciones económicas diferentes pero ambas complicadas. La UE y su economía también lógicamente sobre el tablero de juego. El compromiso de cumplir el objetivo de déficit es para el Presidente irrenunciable, es más, no quiere ni oir hablar de una relajación, sólo en cómo se puede cumplir con esa obligación. Ese es para Rajoy el único debate. Y las medidas de crecimiento deben ir ahí, junto a la austeridad. Y con ambos supuestos la sostenibilidad de la deuda pública. Estas tres premisas son las que son para Rajoy. Ni siquiera le preocupan los recursos ante el TC de varias comunidades autónomas o por lo menos eso es lo que dice. Está convencido de que todas cumplirán porque todos nos la jugamos. Y está convencido de sus medidas, de las medidas de su Gobierno. Es la única manera reitera una y otra vez. Eso es lo que al Presidente le da tranquilidad. Rajoy está tranquilo porque cree hacer lo que hay que hacer.