Se llama Olvido pero su historia tardará en olvidarse de la memoria colectiva. Tras la difusión de un vídeo sexual íntimo, la cocejal socialista de un pequeño pueblo de Toledo decide dimitir. Según su versión, el vídeo lo graba para su marido. Tras los apoyos recibidos por los altos cargos de su partido, Olvido cambia de opinión y continúa en el cargo. La historia da un giro de 160 grados cuando el destinatario ya no podría ser su esposo y ella asegura que el vídeo fue difundido desde la alcaldía, pero el Ayuntamiento lo desmiente.