18 días en huelga de hambre por amor

LUCÍA TABOADA VÁZQUEZ 29/02/2008 13:20

Adolfo Galán, vecino de Castell de Ferro (Granada), un ingeniero divorciado colaborador de la Universidad Internacional de Andalucía, conoció a la joven marroquí con la que desea contraer matrimonio, hace tres años cuando estaba haciendo un trabajo en la Universidad Hasan II de Casablanca. Desde entonces, más de treinta visitas a Marruecos atestiguan un amor que comenzó con una bonita amistad.

Sus problemas empezaron cuando un juez de Motril dictaminó en contra de su matrimonio con una marroquí de 23 años al considerar que podría tratarse de un matrimonio de conveniencia . “Siento lo mismo que pudiera sentir Romeo, y ella lo mismo que pudiera sentir Julieta, espero que no llegue el momento en que acabemos en tragedia”, aseguraba Adolfo para ‘El Programa de Ana Rosa’.

Ya el pasado junio, Galán se había trasladado hasta el paso fronterizo del Tarajal, con el propósito de no moverse de allí hasta que las autoridades españolas y marroquíes le concedieran el permiso para casarse por poderes con la joven marroquí.

Semanas después decidió poner fin a esta medida al considerar que no había conseguido nada, aunque no tiró la toalla entonces, y permanece en huelga de hambre desde hace 18 días. “Estoy poniendo en peligro mi salud por el mi amor, por el amor de los demás, y por defender los derechos humanos”, aseguraba esta mañana.

Adolfo Galán asegura que su boda no es de conveniencia ni fraudulenta . “Tenían pruebas fehacientes, pruebas documentales, de que la relación con esta persona era real”, contaba con indignación a ‘AR’. El granadino contaba en ‘El Programa de Ana Rosa’ que ademñas, no existe ningún problema de religión ni de diferencia de edad. “Hay personas que tienen 30 años y están viejos, y hay otras que tienen 80 años y están jóvenes. Las personas tengan la edad que tengan, tiene n derecho a rehacer su vida”, afirmaba contundente.

¿Pero de qué hablamos al referirnos a un matrimonio de conveniencia? En general, se trata de un enlace a través del cual un extranjero pretende aprovecharse de las ventajas del matrimonio a los efectos de regularizar su estancia en el país o de obtener de forma más fácil la nacionalidad. Es el Código Civil, en su artículo 22, el que establece los plazos de residencia para solicitar la nacionalidad española, que varían según las circunstancias personales o el país de origen del extranjero. Se señala un plazo general de 10 años, pero en el caso de matrimonio con un ciudadano español los plazos de residencia se reducen a un año.

Estos amores de papel tienen sus tarifas, que a menudo oscilan entres los 4.000 y 6.000 euros . Basta con introducirse en cualquier foro nacional para encontrarse con ofertas del estilo: “Soy Español, tengo 38 años y me ofrezco para matrimonio con extranjera” o “española de 27 años se casaría por una buena renumeración”, entre numerosos ejemplos.

Salvo las ocasionales investigaciones policiales, solo hay un filtro para evitar estos enlaces: el cuestionario que realizan a los consortes los jueces cuando detectan que uno de los contrayentes puede beneficiarse de la unión para salir de la ilegalidad. Pero este límite depende también de la discrecionalidad del juez en cuestión.

El problema radica en que al tratarse de un fenómeno relativamente reciente, existe un desajuste entre la ley y la realidad. Y aún más allá, el problema esencial se encuentra en cómo determinar con certeza cuando se trata de un enlace fraudulento o cuando se trata de amor. Y es que controlar esta esencial diferencia linda, en muchas ocasiones, con el propio derecho a la intimidad de las personas.