Al límite de la justicia
TELECINCO.ES
23/01/200813:07 h.Francisco Javier estaba enamorado y feliz. No sólo iba a ser padre, también había decidido casarse con la que pensó que sería la mujer de su vida. Tras cuatro años de relación su pareja decide abandonarle por otra persona. Esto, que ya es un trauma para cualquiera, se agranda cuando su mujer le da la terrible noticia: el que pensaba que era su hijo biológico no lo es; es hijo de la nueva pareja de su ex mujer. "Cuando nos separamos ella me dijo que no me preocupara porque no me iba a pedir nunca nada puesto que no soy el padre. Y ahí quedó la cosa", sentencia Francisco. Triste, pero resignado comenzó su nueva vida.
En cuanto su ex mujer se queda sin pareja, no duda en demandar a Francisco Javier para exigirle la manutención del pequeño. "A partir del año 1996, a través de una prueba de ADN, demuestro que este muchacho no es hijo mío", asegura Francisco. Y es que las dudas sobre el pequeño comenzaron pronto. "Empiezo a percibir que se parece más al padre biológico que a mí". A partir de aquí comienzan las denuncias y demandas. Francisco Javier no pide que le devuelvan el dinero que invirtió en el pequeño. Sólo quiere que le retiren todos los antecedentes de abandono.
El asunto llegó hasta los juzgados, condenando a Francisco Javier Álvarez como autor de un delito por no haber abonado determinadas prestaciones económicas del menor. Aquí comenzó su lucha y duró hasta que el 14 de diciembre de 2006 el Juzgado de primera instancia número tres de Gijón sentenció que Álvarez no era el padre del menor por lo que declaró la nulidad de la filiación. Esta fue la base del recurso de revisión que presentó ante el Supremo, pero le rechazó porque "la inexistencia de paternidad biológica no produce efectos en la totalidad de las relaciones jurídicas existentes hasta ese momento". Aseguran que la filiación legal del menor surgida en el seno matrimonial quedó reflejada en el Registro Civil y esta realidad jurídica se mantiene intacta y con todos los efectos correspondientes. Estaba obligado a pagar porque era su hijo reconocido legalmente pero no tenía ningún derecho sobre el pequeño porque no es hijo suyo.
Cómo el mismo explica: "Afortunadamente he perdido el contacto con el chico, si no, ella me hubiera forzado la situación para haber buscado algún otro tipo de denuncia, por malos tratos o algo así". Ahora el niño tiene 19 años y el que no fue su padre, sereno y tranquilo, pide que se limpie su honor.