Reunidos todos los concursantes en la sala de confesiones, el súper ha pasado a enumerar varias cuestiones que la que la organización consideraba que debían enmendarse. “Da la sensación de que pensáis que estáis de fiesta y la fiesta se acabó”, ha comentado enojando.
En primer lugar, les ha instado a ser más activos durante el día, dado que muchos se acuestan tarde y luego se echan la siesta, algo que en principio no se contempla en el concurso: “Os queremos activos. No venís a estar tirados en el sofá. No nos gusta la pereza”
Otra de las cuestiones por las que les han reprendido es por el desorden de la casa. Frecuentemente la ropa sale en cámara tirada por todos lados y las camas deshechas. “Tenéis muchos armarios. Un poco de orden, por favor”, les ha recordado.
Además, les han prohibido a partir de ahora usar las paredes “como si fueran murales”. El súper rompe así con una tradición que se remonta a las primeras ediciones de Gran Hermano. Los GH siempre han mandado mensajes a sus seres queridos de esta manera, muchas veces, usando materiales de las pruebas.
Tendrán que pagar los micros que rompan
La seria voz en off del Gran Hermano les ha reprochado también que no cuidan de los carísimos micrófonos que usan: ”Son tecnología punta, no son gominolas. Os ponéis en peligro no sólo a vosotros mismos sino a los micros dando saltos mortales”. Les recuerda que, a partir del primero que rompan, los demás saldrán de su bolsillo.
Por último se les ha prohibido seguir usando envases individuales para guardar la comida. Los alimentos se comparten y no se reparten, como puntualizó Gonzalo.
Como primer escarmiento, el programa les ha cerrado un cuarto, con todas las cosas dentro, a su elección, que no volverá a abrirse hasta dentro de 30 horas. Por consenso se ha clausurado la habitación azul, a pesar de que Yéssica se quejaba de que era la única que tenía toda su ropa perfectamente ordenada.