La seducción es la manera que tiene Manolo de relacionarse con el mundo, no conoce otra manera. A pesar de ser un tipo calmado y representante del slow-life, es bastante pólvora a lo ahora de trabajar y su capacidad para solucionar, a través de la improvisación, cualquier eventualidad comienza a ser legendaria.
Siempre está al día de la televisión y de los últimos chascarrillos, le encanta charlar con los clientes. Como buen mediterráneo no entiende el comercio sin el trato personal.
Conoce la vida de todos los del I+B porque no existe una falsa amabilidad en él: le encanta hablar pero sabe escuchar mejor. Llegó a Madrid para ganarse la vida pintando, lo hace muy bien, pero un día buscaba algo temporal y acabó en el Bar I+B. Han pasado diez años desde que llegó y no sabe por qué sigue allí todavía.