Nombres propios en la lucha por una muerte digna en España

Ramón Sampedro:

A Ramón Sampredro le fue denegado el derecho a morir por tribunales de La Coruña y Barcelona. El litigio de este tetrapléjico para reclamar la eutanasia llegó incluso al Parlamento Europeo, ya que su comisión de Derechos Humanos llegó a registrar la petición, después de que agotase la vía jurisdiccional española. Fue el primer español que reivindicó el derecho a morir dignamente. Finalmente su amiga íntima le ayudó a morir en enero de 1998 por envenenamiento de cianuro potásico.

Inmaculada Echeverría:

Durante diez años vivió postrada en una cama y conectada a una máquina que la mantenía con vida. En marzo de 2007 consigió que la desconectaran del respirador artificial tras más de un año de litigios con la Junta de Andalucía.

Madeleine Z:

Necesitó la ayuda de dos voluntarios de la asociación Derecho a Morir Dignamente para poner fin a su vida con la mezcla de helado y medicamentos. Llevaba desde 2003 conviviendo con una esclerósis Lateral Amiotrófica. Finalmente falleció en Alicante en enero de 2007.

Manel Casanova:

Con 43 años le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Luchó por morir dignamente aunque en octubre de 2008 un empeoramiento en su enfermedad acabó con él.

María Antonia Liébana Ríos:

El hospital público Infanta Leonor, en Madrid, insistió -en contra de la voluntad de la familia- en seguir alimentándola artificialmente tras un un infarto cerebral masivo. La familia decidió llevarla a su domicilio donde el doctor Montes la sedó para fallecer en mayo de 2010.