Un doble parricido con móvil económico

TELECINCO.ES 24/09/2008 18:45

Catalina no ceja en su empeño de formar una familia feliz por eso 6 años más tarde decide reunir en un restaurante a toda la familia. Quedan en Santa Susana, una pequeña población de la costa catalana donde viven sus padres ya jubilados. Es domingo 26 de diciembre de 2004, día de San Esteban una fecha muy celebrada en Cataluña. Son las 3 de la tarde y los padres de Catalina todavía no han llegado al restaurante toda la familia lleva esperándoles más de media hora. Empiezan a preocuparse y Catalina y su ex marido deciden acercarse a la casa.

No se atreven a entrar y avisan a la policía. Los padres de Catalina han sido brutalmente asesinados. La madre está muerta en la cama de su habitación, el cadáver del padre lo encuentran en el garaje.

La policía científica se emplea a fondo en la inspección ocular de la vivienda que dura 7 días. Las gotas de sangre en paredes y suelo marcan todo el recorrido de la escena del crimen.

Fuera de la casa los agentes toman varias fotos y retratan un reguero de sangre, lo siguen a lo largo de tres calles las que van desde la casa hasta los contenedores. Dentro del contenedor la policía localiza lo que puede ser la ropa del agresor. Toman varias fotografías, en ellas se ve unos pantalones grises, una chaqueta, un gorro negro de pescador, una llave inglesa, unos guantes de látex y cinta americana manchada de sangre. La misma cinta con la que aparecen amordazadas las víctimas.

La primera hipótesis que baraja la policía es la del robo porque los dos ancianos eran una pareja acomodada. Hacía más de 30 años que Teresa y Luis vivían en el pueblo y todo el mundo les conocía porque eran propietarios de un negocio de desguace de vehículos, el único de la zona. Pero enseguida descartan esta hipótesis porque los agentes pueden ver a simple vista que no se han llevado nada de valor.

Luigi Saccomanno es sorprendido en su garaje por un extraño que le golpea por la espalda, le sienta en una silla y le ata muñecas y tobillos con cinta adhesiva. Lo siguiente amordazarlo para evitar que pida ayuda y golpearle la cabeza con una llave inglesa. Le da 28 golpes, muchos más de los que son necesarios para matarle. Cae al suelo y muere en el acto. El asesino busca a Teresa y la encuentra durmiendo en su habitación, la amordaza con la misma cita adhesiva que ha usado con Luigi y se ensaña con ella. Le da 29 golpes, la mayoría de ellos en la cabeza, la mujer a penas ofrece resistencia y cae de rodillas en el suelo sobre un gran charco de sangre. Después de los asesinatos revuelve toda la casa dejando rastros de sangre en todas las habitaciones. Está intentando simular un robo pero olvida llevarse lo más importante, el dinero y las joyas. El asesino huye de la casa, es de noche y no se da cuenta de que está dejando tras de sí, algo que a la luz del día lo delatará, un reguero de sangre.

La policía recibe una llamada que marca el inicio de la investigación. Se trata de Toni, un hombre de 27 años que dice que 9 meses antes Catalina le ofreció dinero para que matase a sus padres. Algo cuadraba con uno de los móviles que los Mossos están barajando. Catalina lo niega pero, la clave de los asesinatos de Teresa y Luigi podría estar en su hija.

Catalina no coincide con él: mas bien, habria sido él quien plantease la posibilidad de matarlos. Pero la policía se sorprende de que la mujer olvide ese dato tras los crímenes y que tarde 3 semanas en recordarlo. La policía sabe que ella no los ha matado porque tiene una buena coartada, pero creen que su pareja Julio Ortega, pudo haberlos matado inducido por ella. Tamibén detienen a la hija de Catalina y a dos amigas de esta.

Otro análisis necesario es el de la ropa que llevaba puesta el asesino en el momento en que cometió los crímenes. Toman una muestra de sangre de los pantalones y concluyen que corresponde a las dos víctimas, pero la policía científica va mas allá. Los nervios y la fuerza con la que los ancianos fueron golpeados hicieron sudar al asesino, de cuyo sudor quedo impregnado el cuello de su camisa. El ADN demuestra que la ropa analizada pertenece a Julio Ortega. Él sigue negando ser el asesino, pero ya hay tres pruebas concluyentes en su contra.

Es extraño que Toni, ex pareja de Catalina ideara el plan y que éste, posteriormente, fuera ejecutado por Julio, en ese momento compañero sentimental de la mujer. El móvil del crimen es la cuantiosa herencia de sus padres. No quiere a sus padres, hay un sentimiento de animadversión. Por tanto, la venganza figura como segundo motivo de los crímenes. Ella confiesa una tortuosa trayectoria de abusos sexuales por parte de su padre desde su infancia. Con 10 años, según ella, empiezan las relaciones sexuales más íntimas.

Venganza, ansia de dinero, relación familiar tormentosa, un novio demasiado manipulable y pruebas irrefutables convencen al jurado. Ambos irán a prisión. Ella afirma que el pensamiento de suicidio le ronda por la cabeza dentro de prisión. Cree injusta su condena y desea reabrir el caso. No sabe si podrá cumplir todo su castigo.

En busca de pruebas

La primera instantánea que toma la policía es la de la habitación en la que duerme la madre de Catalina. Las salpicaduras de sangre en la pared y el gran charco que empapa completamente el cojín de la cama indican que la madre dormía cuando fue asaltada. En todas las estancias de la casa se repite la misma imagen. Una tercera imagen muestra el rastro de la sangre que deja el asesino en el pasillo, las gotas llegan hasta la cocina. No sólo están en el suelo, los agentes fotografían los electrodomésticos que también están teñidos de sangre. En el baño los agentes retratan los restos de sangre que el asesino ha dejado después de lavarse las manos. La vivienda está excesivamente revuelta. Los agentes toman fotos de la cama y de la mesilla de noche de otra de las habitaciones, los cajones están todos abiertos y la ropa tirada en el suelo. El salón está completamente desordenado los cajones del mueble están en el suelo y en el sofá. Lo que había dentro está ahora desparramado por la alfombra.

Así sucedió el doble asesinato

En busca de los culpables

El juez deja en libertad a tres de los cinco detenidos, excepto a Catalina y su novio. Necesitan pruebas para demostrar que Julio cometió los asesinatos. La primera llega de la compañía telefónica. Determinan que a la hora barajada como la de la muerte, Julio se encontraba en el lugar de los hechos. En el laboratorio se descubre que la cinta americana hallada en el contenedor es igual que la encontrada en la vivienda de Ortega y la que se empleo para amordazar a la víctima. No esta disponible en el mercado nacional, sino que tendría que haber sido adquirida en Andorra. Lugar al que Catalina se había desplazado meses antes.2