El Mundial de MotoGP ha llegado a su ecuador en Alemania. Quedan nueve carreras para conocer al nuevo campeón, el piloto que suceda a Lorenzo en lo más alto del podio o ver si el español de Yamaha consigue irse a Ducati revalidando el título.
Márquez tiene una ventaja de 48 puntos sobre Lorenzo, buena parte de ellos conseguidos en los pinchazos del 99 cuando las condiciones meteorológicas han sido adversas. El último ejemplo lo vivimos el pasado fin de semana durante el Gran Premio de Alemania.
El domingo amaneció en Sachsenring con el cielo cerrado: humedad en pista, frío y mucha agua en el asfalto. Ante esas condiciones, con tres caídas en dos días, Lorenzo no pudo pasar del décimo quinto puesto, cruzando la meta a más de un minuto de Marc Márquez, ganador en ese prueba.
Lorenzo ha afirmado a su núcleo cercano que necesita, que está obligado, a buscar una solución antes de la próxima carrera, el 14 de agosto en Austria, circuito que regresa esta temporada al Mundial. Toma esta decisión tras analizar las próximas fechas del calendario que anuncian probablemente -con el tiempo nunca se sabe- constantes bailes meteorológicos.
Tras Austria el Mundial viajará a República Checa justo antes de empezar la gira de septiembre por Gran Bretaña, San Marino y Aragón. Tres citas donde las condiciones meteorológicas por esas fechas se acercan más al frío y la lluvia que a la estabilidad.
La traca final de MotoGP arrancará el 16 de octubre, ya mirando el invierno, con la gira asiática. Tres semanas consecutivas de motos por Japón, Australia y Malasia donde los cambios de temperatura, las lluvias torrenciales y el calor extremo se entremezclan con el trabajo en el asfalto.
La última prueba, el adiós a este mundial, será el 13 de noviembre en Valencia. En ese momento sabremos si Jorge Lorenzo ha conseguido superar, neutralizar, sus problemas con el frío y el agua. Tiempo tiene hasta entonces, trabajo también.