África ve la luz

INFORMATIVOS TELECINCO / AGENCIAS 16/07/2010 00:00

El presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), Joseph Blatter, estima que "África demostró que podía organizar" el Mundial. "África merece nuestras alabanzas: ha demostrado que podía organizar un evento así, se trataba de creer en ella y de tener confianza, y nosotros hemos confiado y lo han hecho bien", expresó Blatter en su tradicional balance al final de los grandes torneos de la FIFA.Meses antes de que comenzara el Mundial y ante las críticas sobre la incapacidad de Sudáfrica de organizar un evento de tal envergadura, la FIFA insistía en su buen juicio y en que este año, los africanos le darían ritmo y color al torneo, algo que definitivamente no se ha echado en falta en la Copa del Mundo de 2010.

Durante un mes, los aficionados han podido disfrutar del espectáculo improvisado en el que han participado millones de sudafricanos, ataviados con esas gafas de tamaño desproporcionado de mil colores y los estrambóticos cascos de obra que transformaban y pintaban hasta dejar completamente irreconocibles. Y, por supuesto, sintiéndose como si el estadio se hubiera convertido en una gran colmena donde zumbaran hasta el infinito abejas gigantes.

También la ONU felicitó al Continente Negro por ser los "verdaderos ganadores" del Mundial, tras haber logrado que fuera "un gran éxito" la celebración de uno de los acontecimientos deportivos más importantes del planeta. "Independientemente del resultado de la final, el ganador real del Mundial de 2010 es África y el pueblo sudafricano", afirmó en un comunicado el organismo mundial, para el que la organización de Sudáfrica 2010 "superó las expectativas".

Naciones Unidas señaló que los sudafricanos acallaron las voces de los escépticos y consiguieron que ahora haya "una confianza generalizada en la capacidad de la región para celebrar este tipo de acontecimientos mundiales".

De hecho, sólo dos días dos días después de la final de Johannesburgo, el Sascoc (Confederación de Deportes y Comité Olímpico Sudafricano) anunció que supervisará oficialmente una candidatura sudafricana para los Juegos Olímpicos del año 2020.

El peligro de los 'cacos'

No obstante, el inicio del torneo no fueron tan exitoso como su término. Los ladrones pusieron en jaque a los organizadores del Mundial y los robos se multiplicaron. Los amigos de lo ajeno también visitaron a La Roja y dos de sus jugadores, Sergio Busquets y Pedro Rodríguez, sufrieron un robo en sus habitaciones del Protea Hotel de Durban antes de disputar la semifinal del Mundial 2010.

Según ha podido conocer Efe, a Busquets le robaron la cartera con todas sus pertenencias y una cantidad económica cercana a los 800 euros, mientras que a Pedro le quitaron alrededor de mil euros que tenía fuera de la caja fuerte de la habitación.

La madre del mexicano Cuauhtémoc Blanco, un directivo uruguayo, el equipo mexicano y multitud de reporteros se vieron inmersos en esta ola de hurtos. Poco a poco la situación fue reconduciéndose y el orden acabó imponiéndose entre pillos y timadores. Estos problemas, junto con el alto precio de las entradas para un país con un PIB menor que el EEUU o la Unión Europea, fueron los mayores quebraderos de cabeza de los organizadores.

Una colmena gigante

Denostada por unos y adorada por los hinchas sudafricanos, la vuvuzela se ha convertido en la banda sonora del Mundial. Esta trompeta africana que tantos dolores de cabeza ha causado a jugadores, entrenadores y a miles de aficionados del Mundial de Sudáfrica 2010, ha sido la protagonista indiscutible del torneo que presume de ser el evento deportivo más importante sobre la faz de la Tierra.

Vuvuzela era una palabra que hasta hace pocas semanas sólo algunos africanos conocían, pero durante la celebración del Mundial se ha convertido en uno de los términos más utilizados, puesto que el instrumento, para unos "musical" y para otros infernal ha sido el centro de grandes polémicas.

Frente a las numerosas quejas que surgían partido tras partido, la popularidad de la vuvuzela se iba multiplicando, y al final de la Copa del Mundo contados eran los aficionados que acudían al estadio sin la trompeta bajo el brazo, que cada vez estaba decorada con más ahínco y diseñada para hacer el mayor ruido posible.

En un continente donde el balón alivia el hambre, el Mundial se ha convertido en un estallido de alegría contagiosa, tanto en las gradas como allí donde hubiese un televisor. Aunque los equipos africanos cayeron pronto, los aficcionados siguieron animando y pronto encontraron nuevos ídolos.