Un pueblo de Ávila trata de recuperar la tradición de las gorras de centeno

AGENCIA EFE 17/07/2010 16:10

Decenas de personas han participado desde esta mañana en la segunda edición de esta actividad organizada por el Ayuntamiento de este municipio situado a 30 kilómetros al este de Ávila, en colaboración con el Patronato de Turismo de la Diputación abulense y de la Mancomunidad Sierra de Ávila-Este.

"Queremos que esta tradición no se pierda", ha comentado a Efe la alcaldesa, Teresa Martín, quien ha recordado cómo estas gorras eran confeccionadas sólo por las mujeres del pueblo, que después las utilizaban para resguardarse del sol cuando acudían a los lavaderos municipales o al campo a trabajar.

Esta jornada festiva para los vecinos de Solana de Rioalmar ha contado con la asistencia del presidente de la institución provincial, Agustín González, que se ha sumado a la siega, junto a un grupo de siete segadores, algunos de los cuales han utilizado "dediles" o "manijas" para evitar cortes en las manos.

Mientras ellos realizaban la tarea en la era, un grupo de mujeres entonaba algunas estrofas picarescas de canciones populares: "Los labradores, por la mañana, el primer surco y olé, es por su dama. Es por su dama, ramo de flores y a mí me gustan y olé, los labradores".

Antes de demostrar su destreza en la siega, González ha subrayado el hecho de que esta jornada tenga como objetivo "traer a la memoria de los jóvenes lo que supuso el día a día de una tarea de subsistencia de los pueblos, con valores como el trabajo y la entrega".

Una de las participantes, Ramona Gómez, de 77 años, ha recordado la tradición familiar de esta tarea que ya realizaban su madre, su tía o su prima y que ahora ella trata de transmitir a otras mujeres del pueblo que pretenden mantener vivo este trabajo.

Asimismo, ha rememorado cómo su padre iba por los pueblos de la provincia de Ávila y de Cáceres para vender las gorras por entre 3 y 4 pesetas cada una.

En la confección de las gorras primero se seleccionan una a una las pajas, siendo cortadas por los nudos para después procederse a su clasificación con el objetivo de realizar los adornos a modo de picos, cordones, estrellas o trenzas -la más habitual y necesaria-, que son las figuras principales para obtener el resultado final.

"Lo que bien se aprende, tarde se olvida", ha asegurado Ramona Gómez, que pese a haber dejado de confeccionar las típicas gorras de este pueblo hace medio siglo, mantiene en su memoria el proceso de elaboración, señalando que las que mejor se le da hacer son la palma y la estrella.

En todo este proceso iniciado por los hombres, participaban las mujeres, pero también los niños, que colaboraban con sus madres para realizar las mejores gorras, con sus adornos correspondientes.

Las pajas más gruesas son las empleadas para realizar las estrellas, las finas para los cordones y las medianas se utilizan para la palma y la trenza, que es la base fundamental de la gorra.

Con la trenza se realiza la parte de arriba de la gorra, denominada casquete, así como los laterales, conocidos como las alas de la gorra, tal y como ha podido observarse en el taller de confección de gorras y en la exposición realizada en el Centro Multiusos.

Los participantes en esta actividad también han podido asistir al "Almuerzo de campesinos" y después a una "Comida Labriega".