España vence 'in extremis' con la casta de Villa

ÁLVARO GONZÁLEZ 14/06/2008 18:17

Si España apuesta por la posesión, Suecia se encomienda a Zlatan Ibrahimovic. Con él sobre el campo, logró igualar a una España que salió al campo como un auténtico miura. Sin él, retirado por lesión en el descanso, sólo se ha dedicado a defender a la desesperada. Sin embargo, España era incapaz de acertar entre los tres palos. Es fácil que falle algún eslabón de la cadena cuando se quieren hilar tanto las jugadas. Si no era el pase, el delantero no estaba perfilado; si había un disparo franco, se optaba por un nuevo pase.

Pero España, erre que erre, apuesta por su estilo. Control del balón, posesión y dominio total del encuentro, y esperar a que la pelota llegue a los delanteros. Hay que entender que, dado el estado de forma de Torres y Villa, inapelables, es la estrategia más sensata y natural.Torres es un ciclón. Puede irse de cualquiera y así lo hizo en el primer minuto del partido, entrando por la derecha consiguió sortear a dos rivales, aunque su centro no llegó a buen puerto. Escasos segundos después, entraba hasta la cocina, pero no podía dársela a Silva por poco. Dos azotes a los suecos gracias a los cuales seguían encerrados en su campo atenazados veinte minutos después.

En el asedio llegó el gol, pero a balón parado. Xavi saca una falta para Villa, que se la deja a Silva para que ponga la asistencia tomándose todo el tiempo que considere oportuno. El centro, medido, es rematado por Torres de un certero y rudo plantillazo. Quién decía que este chico no tenía carácter.

La peor versión de España

Desgraciadamente, lo que siguió es que a la selección, con el gol, se le fue la fuerza por la boca. Los suecos, sin abrirse excesivamente, comenzaron a barajar sus opciones y pronto se hicieron con el dominio del partido. Un balón de Elmander, que se dio una auténtica paliza en el césped del Nuevo Tívoli, llegó a Ibrahimovic. La estrella sueca, de origen zíngaro e hijo de bosnio y de madre croata, no acertó a rematar, pero se volvió a encontrar con el balón dentro del área en el mismo momento que Ramos tuvo la nefasta idea de echarse al suelo. Su remate final, raso, incluso mordido, besó sin prisa la mano de Casillas y entró. Empate.

Ahí a España le entró el tembleque. Sin coordinación, fallando en todos y cada uno de los pases, se había esfumado el hechizo inicial y los viejos fantasmas de la selección asomaban la cabeza. Con un error del árbitro, al menos, quedó patente que era España quien más quería ganar. El colegiado holandés, Vink, policía de profesión, no vio cómo Elmander derribaba a Silva clamorosamente dentro del área.

Ganar por coraje

En el segundo tiempo los suecos ya no tenían nada que ofrecer. Había perdido a su ariete letal y se centraron en defender. Cerrando muy bien los huecos en la zona de creación de La Roja, sí es cierto que maniataron todas las incursiones de España con bastante solvencia. Llegaron los cambios de Luis, Cesc por Xavi y Cazorla por Iniesta, pero la dinámica no cambió. Si bien Cazorla se mostró mucho más peleón que el joven albaceteño del Barcelona.

Cuando ya la única esperanza pasaba por generar una ocasión más antes del pitido final. Tras haber hilado, trenzado, triangulado y tirado paredes de todos los gustos y colores; tras haber fallado un gol que sólo se diferencia del legendario error de Cardeñosa porque éste se ha 'logrado' en grupo, España dio un puñetazo sobre la mesa en el 92 haciendo lo que se supone que no debe hacer: dar un patadón.

Capdevila, desde setenta metros, mandó arriba un melón, lo que él en su defensa podría llamar 'despeje orientado',que tuvo a bien caerle franco a Villa, el héroe de España y máximo goleador del torneo, que sin inmutarse ante el vuelo del central Hansson cruzándose en su trayectoria, la puso donde los 1,99 metros de Isaksson no pudieron llegar. Victoria esculpida sobre granito. España piensa en cuartos.