Esplá dice adiós a Las Ventas a lo grande

AGENCIA EFE 05/06/2009 21:16

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Victoriano del Río, muy desiguales de presencia, lo que en el argot se dice "en escalera", encastados y con genio, que en general no se dejaron, ni perdonaron. Una corrida dura, aunque con una gran excepción, el cuarto, que tuvo mucha clase, premiado con la vuelta en el arrastre.

Luis Francisco Esplá: metisaca, estocada y tres descabellos (silencio); y estocada en la suerte de recibir y dos descabellos (dos orejas tras un aviso y dos vueltas al ruedo).

José Antonio "Morante de la Puebla": bajonazo (pitos); y bajonazo (pitos).

Sebastián Castella: media perpendicular y cinco descabellos (silencio tras un aviso); y tres pinchazos y casi entera (ovación tras un aviso).

En cuadrillas, Curro Molina saludó en el sexto por dos muy buenos pares de banderillas.

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde de nubes espesas y viento, y con fina lluvia en el toro quinto.

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ESPLÁ, DE QUÉ MANERA

La gente vino a ver a "Morante", qué duda cabe. Después de su alboroto con el capote la tarde que ya es histórica del 21 de mayo. Ese día España entera se hizo "morantista" sin posibilidad de vuelta atrás. Y ni siquiera "petardos" como el de hoy darán pie al arrepentimiento.

En el caso del torero de la Puebla del Río prima la genialidad, expresada también en el infortunio artístico. De modo que no hay lugar a rasgarse las vestiduras.

Pero es que además, los que vinieron en masa a ver a su ídolo, ¡oh! manes del destino, se encontraron con un Esplá pletórico en todo, ofreciendo la mejor versión de la enciclopédica torería que ha definido su estilo.

Faena cumbre que muy pocos esperan de un torero en temporada de despedida. Era la última en Madrid, y podían abrigarse esperanzas por el sentimentalismo y la nostalgia, lo más lógico en el adiós a una plaza que ha sido referente en su carrera. Las cifras lo dicen todo. En 33 años como matador de alternativa, en Las Ventas ha toreado con ésta nada menos que 86 tardes, y la de hoy la quinta Puerta Grande.

Ovación al romperse el paseíllo como manda el protocolo. Esplá intentó sacar a los compañeros a saludar con él, y el único que salió de entre barreras fue "Morante", pero no para compartir el honor si no para sumarse al homenaje aplaudiéndole también. Parece que estaba todo para "el maestro", y así fue.

La corrida iba al traste por culpa del ganado -cinco toros resultaron muy exigentes, ásperos y duros- y con la dificultad añadida del viento. No hubo manera en los tres primeros. Sin embargo, la excepción del cuarto iba a brindar la posibilidad de la despedida soñada.

Ese cuarto toro que hizo cosas buenas en los primeros lances, metiendo la cara abajo y desplazándose largo, y que empujó con fijeza en el peto saliendo en los dos encuentros con el caballo ligado al capote.

Puso Esplá banderillas con su habitual facilidad y academicismo. Y en el brindis a la plaza, ésta boca abajo, es decir, la gente aplaudiendo de pie. Ambiente de frenesí, que enseguida empezó a tener justificación.

Dos muletazos apoyándose en la barrera, estampa de torero antiguo, y sin más dilación el toreo por la derecha. Sin salirse de las rayas, resguardándose del viento, empezó a desgranar muletazos por el lado derecho en tandas interminables de cuatro, cinco y seis con los remates en forma de "alegrías", que intercaló con puntual precisión. Ahí, la trincherilla y el cambio de mano por delante, también por detrás, y uno del desprecio, y un kikiriki y un afarolado, y, lógicamente, el obligado de pecho. Qué manera de torear. Además, todo inmaculado.

Hubo espacio y tiempo para la gracia y el salero, la exquisita compostura. Pues entre medias de tres series a derechas, dos al natural y una más en redondo, mucha inspiración, variedad y talento, sin olvidar una magnífica actitud, expresa ésta en la oportuna forma de matar al toro. El corolario de la estocada, citando a recibir, y enterrando el estoque de una vez. Clímax total, aunque fueron necesarios dos golpes de descabello después de haber dado tiempo a un aviso.

La plaza "rota" en la petición de las dos orejas. Puerta Grande a lo grande. La estampa de un torero a hombros camino de la calle Alcalá con una muchedumbre detrás. Estaba haciendo falta una cosa así para "la Fiesta". Lástima que sea la última de Esplá en Madrid.

Y el resto de la tarde, mejor no tenerlo en cuenta. En todo caso la seria faena de Castella al último, un toro que protestó mucho, muy exigente y peligroso, repartiendo gañafones a diestro y siniestro. Valentísimo Castella, si lo llega a matar bien le corta una oreja de mucho peso. En su toro anterior ensayó también el francés un trasteo de lo más temerario, por el toro, pendiente de lo que se dejaba atrás, y por el viento, que le puso varias veces al descubierto.

"Morante", queda dicho que no tuvo su tarde, apurándose mucho con dos toros que lejos de colaborar casi le quitan también la cabeza.

Hoy tocó Esplá, y de qué manera.