José Luque dice que no se va a mover. Si no le hacen caso se trasladará a La Moncloa. Reivindica 240.000 euros que la justicia le debe -desde hace 27 años- por la incapacidad absoluta de su mujer, víctima como él del aceite de colza. Este pensionista, que mantiene a su esposa y a los dos hijos que viven con él con 850 euros, no desiste. Cada mañana tiene que quitar el hielo de su tienda y se ha construído un pequeño techo con maderas para evitar que le calen la lluvia y la nieve. No tiene donde asearse, hace sus necesidades en pleno campo y el único entretemiento que tiene es una pequeña radio... No piensa volver a su Sevilla natal hasta que alguien le de una respuesta.
También sabe lo que es sufrir el crudo invierno a la intemperie el empresario Damián Catalín y diez de sus trabajadores. Iniciaron una huelga de hambre que Damián mantiene14 días después, para que su reivindicación se escuche. Están apostados a las puertas de la constructora Obrum que les debe más de 700.000 euros por los trabajos de tabiquería ya realizados por su empresa, Romtectabic. El empresario sólo quiere cobrar este dinero para poder pagar a sus trabajadores, y a las empresas a las que a su vez debe dinero en concepto de materiales utilizados para las obras... Damián, este rumano afincado en Madrid desde hace casi una década, asegura que están desamparados, que son víctimas de un sistema que genera morosidad y que no persigue a las empresas que otorgan cheques sin fondos.
Damián ha perdido unos diez kilos. Cada día una ambulancia del Samur acude a hacerle una revisión, medir su masa muscular y realizarle análisis. Vigilan que su huelga de hambre no ponga en peligro su vida. Sin calorías en el cuerpo afronta noche tras noche las bajas temperaturas, a la espera de que alguien le de una solución.
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