Tráfico de órganos en tiempos de guerra

PILAR BERNAL 10/06/2008 19:34

La revelación de la ex-fiscal del Tribunal Penal Internacional de La Haya, Carla del Ponte, en su libro 'La Caza', lleva al equipo de reporteros de Informativos Telecinco hasta el pequeño pueblo albanés de Gurre. Allí localizamos la casa de piedra, que Carla del Ponte señala como la "casa de los horrores" donde, supuestamente, se llevó a trescientos serbios para extirparles los órganos.

Los miembros de la familia Katuci viven allí desde que tienen memoria. Consideran que se ha ultrajado su honor: "Aquí no se ha asesinado a nadie y nosotros nunca hemos dejado nuestras propiedades por mucho tiempo". Sí reconocen que un grupo de "extranjeros" desembarcó en su casa hace cinco años durante dos días. El padre, Abdula explica que iban acompañados del procurador local y que eran de la ONU. Eran los investigadores, que analizaron cada esquina de estas habitaciones y tomaron muestras de sangre, que se encontraron en el suelo de la cocina y de uno de los cuartos.

También hallaron material quirúrgico para operar. La familia justifica esos hallazgos diciendo que en esas habitaciones la madre había dado a luz y que por eso había restos de sangre. Añaden que antes usaban como cocina una de las habitaciones por lo que era habitual que se matasen animales y por tanto era natural que el suelo estuviera tapizado con restos de sangre. Nosotros lo encontramos limpio y nos dicen que lo cambiaron después de la visita de los funcionarios de Naciones Unidas para evitar más problemas. En cuanto al material quirúrgico, los relajantes musculares, o la nevera que la ex fiscal del Tribunal Penal Internacional relata haber encontrado en la casa, la familia argumenta que se trataba de medicinas y útiles que empleaban para cuidar a la abuela.

Serbios, las otras víctimas

Para Micorad la revelación de Del Ponte es una esperanza gigantesca. Es el presidente de la asociación de desaparecidos serbios de Mitrovica. Él relata su drama y el de miles de familias serbias en todo Kosovo que sufrieron los abusos durante y después de la guerra del 99. El hermano de Micorad era minero y desapareció junto a un grupo de compañeros. Micorad está convencido que la revelación de Carla del Ponte puede arrojar mucha luz sobre la suerte que corrieron algunos de los mil quinientos serbios desaparecidos.

Carla del Ponte apunta directamente a los oficiales del UÇK y hasta al mismísimo actual primer ministro, Hashim Taçi, al que acusa de estar al corriente de lo que sucedía con aquellos prisioneros. Pero lo cierto es que, pese a las presuntas pruebas, Del Ponte, que dejó su puesto de fiscal en diciembre pasado, no emprendió acciones legales contra los responsables de esos asesinatos. Según ella porque no se hallaron pruebas concluyentes con las que incriminar a los guerrilleros kosovares. La denuncia queda en un libro y la esperanza de las víctimas en papel mojado.

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