Lucy Brown, una neurocientífica estadounidense, no ha dudado en comprobar cómo nos afecta el amor. Ha investigado lo que sucede en nuestro cerebro mediante una resonancia magnética funcional.
Cuando experimentamos el sentimiento del amor, nuestro sistema nervioso simpático se activa y por ello encontramos indicios físicos, como la dilatación de las pupilas o no poder apartar la vista de nuestro objeto de deseo.
"Si alguien se siente realmente atraído por ti, se activará el área tegmental ventral de su cerebro, la misma parte que funciona si una persona toma agua cuando tiene mucha sed o cuando un adicto al chocolate ingiere ese alimento”, explica Brown en una entrevista a ‘Inverse’. Por este motivo, nuestros procesos cerebrales son distintos si miramos la foto de alguien a quien queremos y de otra persona que nos resulta indiferente.
Además, para resolver las dudas amorosas, también se puede medir la conductancia de la piel y el ritmo cardíaco.