Colón fue 'meteorólogo': no solo descubrió América, también el anticiclón de las Azores

Nica Cero 13/10/2016 10:48

En 1492 la meteorología aún no era una disciplina científica y, por aquel entonces, los conocimientos que se tenían y en los que se apoyó Cristóbal Colón para decidir salir navegar con tres naves rumbo a las Indias eran muy rudimentarios. Se basaban en una amalgama sobre el trabajo de Aristóteles (de tres siglos antes de Cristo), las teorías astronómicas de Ptolomeo y la astrología árabe.

Además, en la Edad Media hay que tener en cuenta que apenas se realizaron avances científicos en ningún campo, por lo que este primer viaje fue, probablemente, el inicio del fin del oscurantismo medieval.

Las peores fechas para viajar

Con estos conocimientos rudimentarios y la cartografía disponible –que por entonces en la parte occidental de Europa señalaban el "mar de las Tinieblas"– no es de extrañar que el almirante eligiera las fechas menos favorables para cruzar el Atlántico. Ningún meteorólogo, con los conocimientos que se tienen hoy en día, hubiera elegido esas fechas para viajar.

Recordemos que Colón sale de Palos el 3 de agosto para llegar a lo que hoy se conoce como San Salvador el día 12 de octubre. Ahora sabemos que cada año se producen en el Atlántico unos cuantos ciclones de intensidad variable y que los más violentos se producen a finales de agosto y en septiembre, sin descartar la intensidad de los que se producen en octubre. Después, el mar comienza a enfriarse y los ciclones ya no aparecen hasta el año siguiente.

La gran travesía

Durante toda la travesía la naturaleza y la ciencia les iba a deparar grandes sorpresas. A los seis días de su partida, las naves de Colón hacen escala en Canarias donde consiguen ver una erupción del Teide. Continúan su viaje el 6 de septiembre y descubren la declinación magnética de la Tierra –debido a que la brújula no señalaba la estrella Polar– que en otras palabras, es la diferencia entre el norte geográfico y el indicado por una brújula (el denominado también norte magnético). Y días después, el 15 de septiembre, un gran aerolito cayó al mar, a la vista de los navegantes.

Colón y los alisios

Durante la travesía, contra todo pronóstico, Colón disfruta de una meteorología favorable, aunque esto no le resta mérito alguno. Su experiencia como marino experimentado le lleva a aprovechar los vientos más favorables del este y se acoge a los alisios, que le permiten navegar desde La Gomera hasta el Caribe.

"Tierra a la vista"

Pero llegó octubre y no había un atisbo de llegar a tierra, por lo que se producen los intentos de motines entre los marineros, hasta el punto de que la noche del 9 al 10 de octubre ese malestar se extiende a toda la tripulación y se decide navegar tres días más y, al cabo de ese tiempo, si no encontraban tierra, volverían. Finalmente, la noche del 12 de octubre el marino Rodrigo de Triana gritó desde La Pinta su famoso "¡Tierra a la vista!".

Descubre el anticiclón de las Azores

La vuelta será más crítica porque la tripulación se enfrenta al problema del viento en contra. Por ello, Colón decide adelantar la partida y navegar más hacia el norte buscando vientos favorables, ya que sabía que en latitudes más altas los vientos que dominan son los del oeste, los contralisios. Y los encontró.

De esta manera, además de haber descubierto un nuevo continente y desterrar la idea de que la Tierra era plana, Colón descubre de forma indirecta el anticiclón de las Azores, ya que lo rodeó a la ida y a la vuelta.

Este anticiclón está situado en el centro del Atlántico Norte, a la altura de las islas portuguesas de las Azores, y es el causante de que en Europa, en general, y en España y Portugal, en particular, haya tiempo seco, soleado y caluroso en verano.

A la ida, Colón lo esquiva por el sur empujado por los alisios y, a la vuelta, por lo burla por el norte, empujado por los contralisios y las borrascas que se fueron cruzando en su camino. Al igual que en el descubrimiento de América, el almirante no supo por entonces que descubría uno de los pilares de la meteorología, al probar la existencia de circulaciones cerradas en grandes masas de aire.

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