¿Has visto la luna, el ocaso y el amanecer en una habitación transparente? Yo, sí

Celia Molina 17/09/2016 16:24

Vivir en una ciudad tiene muchas ventajas (o eso dicen): dinamismo, diversión, actividades culturales, relaciones multirraciales, etc. Oportunidades en general. Sin embargo, cuando caminamos entre edificios, trabajamos en oficinas y nos encerramos en nuestras casas con Gas Natural, se nos olvida apreciar la belleza que puede ofrecernos algo tan sencillo como en el mundo natural.

No más.

En un lugar como éste, un cosmopolita cualquiera puede pasarse la tarde observando las nubes pasar sin necesidad de abrir una ventana. Todo es un gran ventanal. Puede ver cómo el viento de Navarra agita los maizales, cómo el cielo se vuelve púrpura durante la puesta de sol y cómo asciende la luna y el cielo se queda oscuro, pero no oscuro. Puede contar estrellas, dormir o esperar a que se haga de día, como quien espera a que se levante el telón en un teatro cuya obra se ha escrito para él y para nadie más.

Puede preguntarse cuánto tiempo hacía que no veía el amanecer sin tener prisa. Puede hablar. Puede no decir nada y escuchar. Arroparse hasta el cuello y disfrutar de la comodidad.

Antes de entrar en mi burbuja (en todos los sentidos) he preguntado lo que cualquier huésped suele preguntar: ¿No se la llevará el viento? ¿Hace frío dentro? ¿Se duerme bien? ¿Hay WIFI? (no lo he podido evitar). Y todas las respuestas han sido plenamente satisfactorias: la estancia es de alta calidad.

"Parece que estás en otro planeta"

Para entrar en cada cuarto, hay que abrir dos compuertas de lona. Pero lo más importante es que, antes de abrir una, hay que cerrar la otra, para que no se escape el aire que le da a la habitación la forma de cúpula. Como con el oxígeno en las naves espaciales, pero en Tudela. "Todo el mundo nos dice que les parece estar en otro planeta", comenta Natalia Pérez, una de las propietarias del complejo. Y es exactamente así.

Los materiales, la circularidad de las burbujas y la disposición de las mismas sobre la tierra seca de Las Bardenas te hacen pensar por un momento que estás pisando el suelo de Marte. Y, también por un momento, hasta empiezas a caminar despacio y de forma acolchada. Por si acaso.

Así de efectivo es su original diseño y el del resto del hotel, que ya cuenta con 27 premios internacionales. "La idea era crear un espacio diferente. Y toda la arquitectura: el hierro, la madera, los colores tiene que ver con el paisaje. Son un elemento más".

Pero lo mejor es cuando cae la noche.

Cuando los cuartos se iluminan y, de lejos, parecen bombillas.

Cuando apagas la luz y te vas quedando dormida.

Cuando no te despierta una alarma, sino la luz solar.