Una exposición muestra el Céret pintado por Picasso, Braque, Hugué o Soutine

AGENCIA EFE 19/06/2009 14:10

La exposición, que estará abierta hasta el próximo 31 de octubre, también ilustra el diálogo que se estableció entre estos grandes artistas de la vanguardia con artistas locales como Aristides Maillol, Louis Bausil o Camille Descossy.

La directora del museo, Josefina Matamoros, ha subrayado hoy en la presentación que "desde la época moderna hasta la actualidad Céret ha estado siempre marcado por una relación sentimental y creativa entre los artistas y el paisaje".

Lejos de construir una exposición estrictamente cronológica, Matamoros ha querido confrontar la obra de los artistas de vanguardia con los contemporáneos que trabajan sobre el concepto de paisaje.

De esta visión se deduce, comenta la directora, "una perfecta continuidad lineal entre el arte histórico y el contemporáneo".

A principios del siglo XX, Céret era una pequeña población de 3.800 habitantes, con calles estrechas y casas altas bien integradas en el paisaje, que vive al ritmo de tradicionales celebraciones que atraen a miles de visitantes, entre ellas las corridas de toros.

Cerca de allí, el pequeño puerto pesquero de Collioure, donde hoy está la tumba de Antonio Machado, se convirtió entonces en la meca del "fauvismo" desde que se instalaron allí en 1905 Henri Matisse y André Derain.

Cuando en 1910 se alojan los artistas Manolo Hugué, Déodat Séverac y Frank Burty Haviland, Céret se convierte en un foco de la vanguardia cubista.

Otros artistas se incorporaron al primer grupo, procedentes tanto de Montmartre como del Bateau-Lavoir de París: Picasso en 1911, seguido por Braque, Juan Gris, Max Jacob, Auguste Herbin o Picabia.

En la exposición se pueden contemplar algunos de esos cuadros paisajísticos de Braque y Picasso, en plena búsqueda cubista: "Numerosos grandes paisajes del cubismo analítico y sintético fueron pintados en Céret por ambos artistas, que trabajaban sobre la forma vertical y piramidal", comenta Matamoros.

La arquitectura de la ciudad de Céret con sus estrechas calles y las cercanas montañas, satisfacen plenamente las preocupaciones de estos dos artistas.

En 1916, se produjo una segunda oleada de artistas a partir de la llegada de Kremegne y Soutine, a los que se unieron Jean Marchand o André Masson.

Ceret fue también en este siglo lugar de asilo para artistas, como Pablo Gargallo, que volvió en 1939 acabada la Guerra Civil, después de una primera visita en 1926.

La exposición comienza con dos paisajes de Céret de Picasso de 1911, uno de los cuales es una prefiguración del cuadro titulado "Pont Neuf" que, según ha podido investigar Matamoros, se refiere al Pont Neuf de Céret y no al de París.

Tras una vídeo-instalación de Perejaume, el visitante entra en la sala Soutine, artista representado en la exposición por 23 paisajes, entre ellos los cuatro del Convento de los Capuchinos y los dos de la Rue de la Republique.

La muestra, que descubre artistas poco conocidos en España como el cubista Auguste Herbin, expone por primera vez los dibujos que el poeta Max Jacob hizo en Céret y enseña algunas de las acuarelas que Manolo Hugué hizo en los últimos años de su estancia en la población, cuando una poliartritis le apartó de la escultura.

Una sala consagrada a la montaña del Canigó permite al observador ver los contrastes entre dos cuadros cubistas de Herbin (1913 y 1919), unos figurativos de Pierre Brune (1956) y Vincent Boules (2006) y otro cubista de Juan Gris (1921), en el que el artista utiliza la montaña como naturaleza muerta.