El artista empezó pisando fuerte, con un "Bienvenidos a Río", y no hubo que esperar mucho para escuchar uno de sus temas más celebrados, "Cinnamon Girl", que fue ampliamente degustado por sus espectadores.
En ese instante, se instaló un aire de videoclip que anunció una presentación mítica, cargada de clásicos. En los momentos de bajón, Neil Young echó mano a su profesionalismo unido a una carga extra de personalidad y sentimiento.
Así se observó en "Spirit Road", en la que el músico disminuyó el ritmo pero se esforzó doblemente para que el público la viviera con la misma intensidad con la que él la tocaba.
El cansancio que la gente acumulaba después de seis horas de festival no ayudó al músico de Toronto, que tenía a un importante grupo de seguidores vibrando en las primeras filas y a una gran mayoría de gente dormitando en la explanada alejados del escenario.
El que fuera miembro de Crosby, Stills, Nash and Young o Crazy Horse jugaba con sus melodías y las alargaba mucho más allá de lo que se podría permitir en un disco de estudio.
Neil Young repasó clásicos y atravesó temas tan importantes en su carrera como "Too far gone", "Get back to the country", o el inconfundible "Hey hey, my my". Dos horas después del comienzo, el concierto terminó con un estallido de fuegos artificiales. ZA