Carmen Iglesias cree que España ha vuelto a los puntos más negativos de su Historia

EFE 18/02/2009 16:36

Iglesias hacía hoy esta reflexión al presentar su nuevo libro, "No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre Historia de España", en el que ha reunido monografías, ensayos y conferencias suyos sobre diversas épocas, desde el XVI hasta el XXI, para tratar de derribar mitos obsoletos e intentar cambiar la visión negativa que los españoles suelen tener del pasado.

"España no es una excepción en nada; su historia es muy parecida a la de otros países, aunque tenga sus peculiaridades", afirmó Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia, a quien le preocupa que esa mirada crítica que los españoles suelen aplicar a todo lo suyo, "se magnifique fuera de España".

Publicado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, este libro, según Anes, "está al nivel de los mejores historiadores del mundo", y por su ambición y sus más de mil páginas "es monumental", como lo definía el director editorial, Joan Tarrida.

Para su autora, historiadora de brillante trayectoria, académica de la Lengua y de la Historia, esta obra "es fruto de muchos años de trabajo", y aunque los textos que incluye tengan diversas procedencias, hay en ellos "una cierta unidad", porque late "una preocupación por la salvaguarda de las libertades, y un temor al totalitarismo y al intervencionismo".

El título -"No siempre lo peor es cierto"- es de una comedia de Calderón de la Barca, y el carácter irónico del mismo le sirve a Iglesias para "romper el mito de la excepcionalidad" y "el narcisismo de creer que somos diferentes".

La autora considera un error acercarse a la Historia en términos de "éxito" o "fracaso", porque "la realidad es bastante más compleja". Por eso le irrita "el maniqueísmo" que supone ofrecer una visión del pasado "en blanco y negro, de buenos y malos, rojos y azules".

El libro comienza con la imagen que se tiene de España desde fuera y, tras recorrer diversos períodos de la Historia, termina con estudios sobre la Transición democrática, los cambios culturales en la sociedad española contemporánea y con un "Elogio de la concordia".

Este "elogio" está motivado por "la preocupación" que siente Carmen Iglesias cuando ve que, en la España actual, "se tiende a anatematizar al adversario en lugar de competir con él".

Esa concepción se ha repetido a lo largo de la Historia y forma parte, decía Iglesias, de "una cultura política que se transmite por inercia y por pereza", y también por "la ignorancia del pasado" que tienen "determinados políticos".

"Todo eso hace que se vuelva a los puntos más negativos de nuestra Historia, como es la ruptura de toda posibilidad de concordia y el creer que el otro es un enemigo a combatir", señaló Iglesias, convencida de que esa visión "se puede cambiar porque la sociedad española no está para nada por ese maniqueísmo".

La autora de "El pensamiento de Montesquieu" estuvo flanqueada en la presentación del libro por Anes y por el también historiador José Varela, presidente de la Fundación José Ortega y Gasset.

Varela criticó con dureza a quienes consideran que en la Transición democrática hubo "una bajada de pantalones" y ven el acuerdo "como una suerte de traición".

"Eso no es así: el origen y destino de la democracia es la amistad cívica, la base del acuerdo. Transacción no es igual a traición", aseguró Varela.

Iglesias reconocía hoy que la existencia de una España autonómica no favorece la visión que se tiene del pasado, porque, en los últimos treinta años, "no se ha sabido encauzar el sistema educativo, que se ha fragmentado de una manera brutal".

"En las autonomías se ha llegado a la ridiculez de que los niños estudien el trozo de río que pasa por su región, y ni siquiera tienen una visión de conjunto. Ese fraccionamiento es un descalabro, un empobrecimiento de la realidad", aseguró.

Frente a países como Francia y Gran Bretaña, que están "orgullosos de su Historia", María Zambrano decía que los españoles "no aceptan su propia Historia".

De ahí que, por ejemplo, la Leyenda Negra perdure, quizá porque, como sostiene John Elliot -y recordaba hoy Iglesias- la pérdida del poder imperial pudo traer consigo "un complejo de inferioridad que lleva a interiorizar como culpa algo que es fruto de circunstancias muy adversas".