Tras pasar casi un mes en su residencia de San Sebastián, la Duquesa parece querer olvidar en la isla pituisa el tremendo disgusto que le ha ocasionado la reacción del torero al solicitar inesperadamente por vía judicial la custodia de Tana, la hija que tuvó con Eugenia.
Doña Cayetana quiere poner al mal tiempo buena cara y aunque intenta aparentar normalidad lo cierto es que está muy afectada. Para ella la reacción de Francisco es una traición en toda regla y no está dispuesta a perdonar.
Mientras espera que las aguas vuelvan a su cauce, la Duquesa se relajará en la playa, disfrutará de sus compras en los mercadillos hippies y volverá a regalarnos sus cuestionados "looks" en bikini. El verano no sería lo mismo sin ella.