Un brillante Gustavo Dudamel trae la 'Alegría' a la Praza do Obradoiro en un recital memorable

EUROPA PRESS 08/07/2017 13:01

El director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel consiguió encantar a los 4.000 asistentes a la Praza do Obradoiro con una 9ª Sinfonía de Beethoven --el 'Himno de la Alegría' europeo-- que interpretaron la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) y entonaron de forma sobresaliente el Orfeón Donostiarra y los cuatro solistas líricos que lo acompañaban.

Sin duda, un viernes memorable que abrió con la entrada en la plaza del rey emérito, Juan Carlos I; el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; y el alcalde de Santiago, Martiño Noriega. Minutos más tarde, una ovación recibió al virtuoso director de orquesta, que recorrió el pasillo hacia el gran escenario entre saludos y aplausos.

Llegadas las 21,00 horas, Dudamel hizo la boca agua a los presentes dirigiendo a la OSG y a la coral vasca en la interpretación del Himno Galego, que emocionó al público por el gran saludo a la tierra gallega a pie de dos de sus grandes símbolos, la Catedral de Santiago y el Pazo de Raxoi. La mayoría de los presentes regaló también su voz al director para la entonación de su himno.

PALABRAS DE ESCOTET

No faltó a la cita el presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, en la culminación del ciclo 'Palabras para Galicia', una iniciativa de la entidad financiera para promover el emprendimiento juvenil.

El presidente del banco empezó con un "boas noites e benvidos" un discurso de saludo al público, destacando que el gran lugar "redimensiona el significado de esta doble celebración", pues se cumplía el 300º centenario del Banco Etcheverría, integrado en Abanca desde 2014.

Ante estas palabras, Escotet destacó el papel de Javier Etcheverría, anterior presidente de Abanca, como "ciudadano ejemplar y gallego del alma", en un discurso en el que invitó a celebrar "la conciencia que vertebra a Europa" en un lugar tan emblemático para occidente como la Catedral de Santiago, destino del Camino.

Explicó también que Beethoven compuso esta magistral 9ª Sinfonía para poner música al poema de Friedrich Schiller, 'A la Alegría', una invitación que proclama que "todos los hombres serán hermanos" y que actualmente es el himno de Europa.

Previo a Dudamel, el presidente de Abanca quiso destacar su "dolor" por la situación de Venezuela, también su país de origen, para el que deseó que "la vida vuelva a ser el signo de sus calles".

GUSTAVO DUDAMEL INVITA A "CELEBRAR" SU MÚSICA

El gran director introdujo en su discurso el agradecimiento a Abanca y a todos los gallegos presentes por "compartir juntos este momento tan especial" en este "escenario tan especial" como es la Praza do Obradoiro.

Dudamel afirmó que este concierto "tiene un significado particular" para él como venezolano, ya que la inmigración gallega al país latinoamericano contribuyó "al crecimiento económico cultural venezolano". Para él, "Galicia es sinónimo de arte y de cultura".

Previo al concierto, quiso reafirmar la música como "vocación indiscutible" y su compromiso con los jóvenes, de los que afirmó que el arte y la música son "vías privilegiadas para alcanzar un armonioso desarrollo personal, social y económico".

Además, invitó a todos los asistentes, ya deseosos por escuchar a la maravillosa OSG, a "celebrar" la música, el arte y la belleza que traería la 9ª Sinfonía de Beethoven, para él "paradigmática demostración de la capacidad del arte de superar su tiempo y espacio".

Entre esta intervención y el propio recital, se emitió en las grandes pantallas del escenario un vídeo en honor a Javier Etcheverría, al cual el director regaló de forma simbólica una batuta en agradecimiento a sus años de dedicación a la financiera.

UNA 'ODA A LA ALEGRÍA' EN CUATRO MOVIMIENTOS

La 9ª Sinfonía, compuesta en cuatro movimientos, comenzó triunfal en las primeras notas tocadas por la OSG ante el nublado de un cielo santiagués que anunció lluvia pero que, finalmente, respetó una de las citas musicales del año.

El primer movimiento, épico y suave a la vez, transportó al público a aquel principio del siglo XIX en el que vivió Beethoven. De ejecución impecable, el maestro Dudamel, concentrado y enérgico, acompañó la sinfonía en todo momento con su alma y su batuta.

El final del primer movimiento dio paso, con unos aplausos erróneos, al segundo, que contó con vientos y cuerdas más alegres y entregadas a las indicaciones del prestigioso director.

Previa a la intervención del Orfeón y los cuatro solistas, vino el tercer movimiento, de comienzo más claro y suave, que fue cogiendo ritmo hacia un final solemne sorprendido a golpe de timbal.

MAJESTUOSO FINAL

Por fin subieron al escenario los cuatro solistas que acompañarían al Orfeón Donostiarra, hasta ahora inerte al fondo del escenario, en la entonación de la 'Oda a la Alegría' del último movimiento. Se unieron así la soprano Marta Mateu, la mezzosoprano Lidia Vinyes Curtis, el tenor Marc Sala y el barítono Joan Martín-Royo, presencias imprescindibles para el brillante final.

Un potente comienzo, solamente interrumpido por unos intervalos tranquilos, dio paso al tenor que, con su potente voz, introdujo la grandiosa intervención de la coral, que consiguió llenar, por fin, la Praza do Obradoiro con esa alegría con la Schiller escribió el poema que inspiró a Beethoven.

Los versos finales fueron un sprint de fuerza vocal con los que el Orfeón Donostiarra y, en especial, la soprano hicieron brillar las últimas notas de la 9ª Sinfonía que Dudamel acababa de convertir en una obra de arte universal a pies de la Catedral de Santiago y el Pazo de Raxoi.

Roto en aplausos, el público se entregó en agradecimientos ante las tres salidas del director que, de forma muy humilde, se vio satisfecho y trató de evitar que tanto la coral como la OSG se viesen privadas de su merecido protagonismo.