Los hermanos Dardenne revelan sus secretos para hacer cine a cuatro manos

AGENCIA EFE 19/05/2009 16:36

"No soy cineasta ni él tampoco, pero sí lo somos porque somos dos", aseguró casi en trabalenguas y con evidente modestia Jean Pierre, quien con su hermano desgranó durante casi dos horas su particular forma de hacer cine.

"No sé si evolucionamos, pero la verdad es que nos movemos", aclaró el más joven de los Dardenne (Luc, 1954), quien contó detalles de su trabajo común y contestó a la pregunta fundamental: "¿cómo se hace cine entre dos?".

Pues casi parece sencillo según contaron ambos, y se trata de aplicar una receta que parece les funciona y que consiste en casi un juego en el que es precisa mucha conversación y complicidad.

Luc contó por ejemplo que cuando se rueda una escena uno de ellos es el que está al mando y el otro unos pasos detrás; luego ambos revisan a duo el resultado en un monitor de vídeo y sin que el resto del equipo les escuche.

"No nos gusta que nos oigan", reveló el hermano menor, quien explicó que así tienen más libertad para decirse entre ellos qué les gusta y qué no; qué hay que corregir y qué se conserva; qué se pide al equipo técnico y qué a los actores.

Con Jean Pierre (1951) literalmente juega a ser actor cuando localizan, ensayan e investigan sobre sus proyectos y sólo cuando lo tienen claro llaman a los técnicos para que ofrezcan solución a lo que han maquinado entre hermanos.

Sin maquillaje para los actores, plano secuencia lo más posible, luz natural e intérpretes desconocidos han sido ingredientes de la receta -conocida aunque no quizás tan minuciosamente explicada en sus dosis justas- que ambos han tenido para ganar en Cannes dos Palmas de Oro: en 1999 por "Rosetta" y en 2005 por "L'Enfant".

Los comienzos, con trabajo documental, que a golpe de entrevistas a trabajadores en áreas industriales deprimidas en su Bélgica natal les proporcionó el conocimiento técnico: "lo aprendimos trabajando", reveló Jean Pierre.

Esas entrevistas a ciudadanos corrientes comenzaron con un trabajo destinado a hacer retratos de gente a las que pedían que contaran frente a la cámara cuándo se enfrentaron a una situación injusta.

Descubrieron que la gente tenía curiosidad de saber qué opinaba el vecino en un país tan compartimentado como Bélgica y que no sólo se trataba de la evidente vanidad de verse en una pantalla lo que convenció a sus primeros "actores".

Siguieron fracasos de proyectos que les hicieron reconsiderar su forma de trabajar.

"El fracaso forma mucho", según el "joven" Dardenne, al que el "viejo" -es un decir, ambos se muestran en muy buena forma- le recordó: "no éramos cinéfilos, no teníamos una cultura cinematográfica gigantesca".

Pero en las conversaciones de los años de preparación de documentales proyectados en casas del pueblo y parroquias de la Bélgica profunda y empobrecida por la ruina de la industria tradicional entraban nombres de esa cultura de cine como Roberto Rosellini, Jean Luc Godard y François Truffaut.

Jean Pierre y Luc Dardenne tienen claro que al espectador hay que pedirle un esfuerzo, que participe en el hecho cinematográfico, de ahí los silencios de sus actores y la explicación de que los intérpretes sean preferentemente desconocidos.

Pero desde detrás de la cámara, los hermanos Dardenne no se conforman con lo fácil y aseguran que "cuando un rodaje es muy confortable, no está bien" (Jean Pierre).

Durante esta clase magistral en Cannes, ambos explicaron detalles de cómo se rodaron escenas de "Rosetta", "L'enfant", "La promesse", "Le fils" y "Le silence de Lorna", filmes que no pasan por fáciles precisamente y cuya acogida comercial ha sido, por así decir, breve, con un público ciertamente minoritario.

Los hermanos Dardenne recordaron sus comienzos como asistentes del poeta y realizador Armand Gatti y tienen detrás de sí una carrera en la que el reconocimiento de público y crítica les llegó en 1996 con su tercer filme, "La Promesse".

La serie de éxitos condujo en 2002 al premio de mejor intérprete en Cannes a Olivier Gourmet por "Le fils" y también fueron galardonados con el premio al mejor guión por "Le silence de Lorna" en 2008, además de las dos Palmas de Oro.

Las "lecciones magistrales" en Cannes, un ejercicio que acerca a este Festival a la manufactura del cine, han tenido en anteriores ediciones maestros como Martin Scorsese, Quentin Tarantino, Nanni Moretti o Wong Kar Wai.