La singular historia del vagabundo artista pop que encandila a Angelina Jolie

AGENCIA EFE 06/11/2010 18:20

"Es un film sobre cómo ha sobrevivido el talento en una vida difícil, una historia de arte puro", describe a Efe Alexander Nanau, director de la cinta sobre la vida de este vagabundo admirado por estrellas como Angelina Jolie.

La obra de "Ion B." se compone de cientos de "collages" de un estilo cercano al arte pop y comienza en los años setenta.

Barladeanu (1946) encontró su vocación en la rumanía comunista que prohibía la creación moderna y fue descubierto hace dos años por el artista Ovidiu Fenes, cuando éste buscaba materiales para su obra en los basureros de los edificios de Bucarest.

En uno de ellos, un vagabundo le espetó que estaba en su territorio y Fenes le dijo para qué buscaba en la basura.

"Yo también soy artista", le contestó Barladeanu, que le enseñó las cientos de láminas que guardaba en su maleta. Fenes quedó impresionado por su calidad y se lo transmitió a quien hoy es el galerista de Barladeanu, Dan Popescu.

"Ion B.", que hizo de la calle su morada tras pasar por varios empleos de poca importancia, recortaba de revistas tomadas de la basura imágenes de actores de cine, su gran pasión.

Después los pegaba sobre un paisaje de fondo y las combinaba con otros elementos de papel. "El alcohol, los cigarrillos y las mujeres son recurrentes en su obra", observa Popescu.

"Son placeres inmediatos muy propios del tipo de vida que ha llevado", añade el galerista, que destaca también la presencia de la violencia. Una violencia casi siempre masiva, dantesca, a menudo ligada a los totalitarismos que tanto fascinan al artista.

Los aviones, que aparecen en el cielo de muchos de sus "collages", son otra de sus obsesiones."Representan el deseo de evasión, el ansia de viajar", considera Popescu.

Barladeanu, que de joven intentó escapar en barco de la Rumanía comunista, asegura que sólo son detalles para llenar los cielos.

El cine es el gran tema de Barladeanu, que vio infinidad de películas en su juventud y llegó a probar suerte, sin éxito, en la Escuela Popular de Arte.

Pero es el que fuera dictador rumano Nicolae Ceausescu el protagonista de muchas de sus obras de la primera mitad de los noventa, quizás las más impactantes de su carrera.

Hijo de un jefe comunista en la Rumanía rural, Barladeanu se fugó de casa muy joven, huyendo del ambiente opresivo del pueblo y de la ortodoxia marxista.

"Proyectó en Ceausescu la imagen de su padre, con quien tuvo muy mala relación", explica Nanau, que destaca lo revolucionario de los "collages" en un momento de silencio y desconfianza generalizados.

Ceausescu es caracterizado como un enano junto a su mujer, de tamaño normal, vestido de prisionero ante la mirada de varios generales nazis o disparado por la espalda mientras levanta las manos saludando a las masas.

Sus obras juegan siempre con la mirada y los gestos de los personajes, consiguiendo una expresividad y un dinamismo más propios de lo audiovisual.

Sus creaciones han sido expuesta en Londres, París y Basilea.

Su historia ha despertado el interés y la admiración de Angelina Jolie, a quien el artista conoció en la capital francesa.

Barladeanu recibe a Efe en la vivienda de escasos metros en la que reside ahora. Hace sitio entre bolsas llenas de recortes y cartones para pegarlos y muestra entusiasmado sus últimas creaciones.

En una de ellas, un luchador samoano tatuado es amenazado por una mujer escultural que se baña en la playa con los pechos al aire.

"Tengo miles de recortes, pero me ha costado mucho encontrar una chica sin ropa en esta actitud", dice sobre la modelo.

Entre cigarro y cigarro rebusca en los montones de papel, y enseña orgulloso sus fotos con Jolie, a quien se refiere como su "sobrina de América".

El tardío reconocimiento no ha cambiado demasiado la forma de vida de Barladeanu, aunque ahora ya no pasa las noches al raso.

Con unas tijeras, pegamento artesano y un saco de periódicos sigue trabajando, plasmando en sus obras una visión del mundo original y fragmentaria que tiene momentos de una lucidez deslumbrante.

Marcel Gascón