Miriam Ungría, ejemplo de fortaleza siempre al lado de su esposo, Kardam de Bulgaria

CHANCE 01/02/2015 14:01

La Fundación Menudos Corazones ha presentado este jueves en Madrid el anillo solidario 'Emociones' con el objetivo de poder prestar apoyo a las familias de los 4.000 niños que nacen cada año con una cardiopatía en España para que la fundación pueda atender sus necesidades en todos los ámbitos.

Además de ser conocida por su labor como diseñadora de joyas, Miriam Ungría ha dado un paso más demostrando su solidaridad con los más pequeños. Por ello, la mujer de Kardam de Bulgaria, en coma desde el verano de 2008 por un accidente de coche, no ha dudado ahora en colaborar con la Fundación 'Menudos Corazones', para quienes creó el diseño solidario "emociones".

Todo lo recaudado a través de la venta del anillo, que está inspirado en la nueva colección de Miriam de corazones y rosas, será destinado a la organización dedicada a los niños enfermos del corazón y a sus familias. Con esta recaudación, la asociación lo invertirá para acoger gratuitamente a las familias desplazadas a la capital por la hospitalización de sus hijos.

"Me siento identificada con el mundo de la infancia y soy consciente de los problemas que las hospitalizaciones largas entrañan en los niños con cardiopatías congénitas y sus familias, tanto por la ruptura con la rutina escolar, laboral y social, como por las secuelas físicas y emocionales que dejan", ha afirmado la diseñadora.

La vida de Miriam Ungría comenzó como un cuento de los de antes. La geóloga, hija del empresario y abogado de patentes Bernardo de Ungría y Goiburu -también marqués de Montefalcón-, contrajo matrimonio en 1996 con Kardam de Bulgaria, el primogénito del zar destronado Simeón II.

Sin embargo, la historia dio un giro inesperado el 15 de agosto de 2008. Ese día, cuando el matrimonio volvía a Madrid de su casa de campo de Segovia, sufrió un accidente de tráfico cuya gravedad dejó sellada con graves secuelas.

Siete años después, Kardam sigue luchando para recuperar el habla -aunque sí que entiende lo que le comunican- y la movilidad de antaño. Desde entonces ha permanecido inseparable a su lado, presumiendo siempre de un enorme optimismo y serenidad.