Una retrospectiva reivindica en La Pedrera la figura del artista Josep Mompou

EFE 06/02/2009 15:38

Según el comisario de la exposición, Francesc Fontbona, Josep Mompou (Barcelona, 1888-Vic, 1968) fue uno de los pintores más destacados de la llamada Generación del 17 y después de unos inicios próximos al Noucentismo, su trayectoria se enmarcó dentro de una pintura figurativa de raíz post-fauvista.

Fontbona ha subrayado que la organización de la exposición tenía una motivación especial: "reivindicar la figura de un artista que injustamente no forma parte del canon de la pintura catalana, algo que es un olvido inexplicable".

La exposición, que estará abierta al público desde el próximo día 10 hasta el 14 de junio, se estructura en tres ámbitos diferentes que tratan por separado los temas principales de su trayectoria: la figura, el paisaje y las naturalezas muertas.

En el recorrido, el público puede descubrir algunas de las obras maestras de Mompou, como "La Bella", el primer cuadro que expuso en 1907 en la V Exposición Internacional de Bellas Artes e Industrias Artísticas; o el famoso "Dancing", uno de los emblemas de la retrospectiva.

Realizado en 1928 y datado un año después, "Dancing", conocido también con el título de "Cabaret Excelsior", es una obra antológica de la pintura catalana que, después de haberse exhibido en EEUU en 1931 y reproducida en la prensa de Nueva York y de Pittsburgh, acabó al cabo de muchos años en el Museo Reina Sofía de Madrid.

En la exposición se muestra un conjunto de cuadros con representaciones de figuras femeninas desnudas, así como de paisajes de costa, especialmente de Mallorca y la Costa Brava (Cadaqués, Tossa de Mar) y escenas urbanas de Barcelona y París (el Sena, Quai des Orfèvres, la Place de la Concorde, la villa de Saint-Cloud).

Además de su faceta como pintor, también se exhiben cinco ejemplares de la revista "Papitu" con detalles de ilustraciones de Mompou, así como un dibujo original.

Se pueden contemplar asimismo todos los dibujos originales que Josep Mompou hizo en 1931 para ilustrar el libro "Paradís", de Tomàs Gracés.

El itinerario expositivo se cierra con uno de los tapices que Mompou realizó en 1956-57, titulado "La muerte de Ícaro", una muestra, apunta el comisario, del primer paso hacia la modernidad de la escuela catalana del tapiz.

El nudo gordiano del olvido a que fue condenado Mompou se produjo, evoca Fontbona, en 1936, cuando le diagnosticaron una tuberculosis y los médicos decidieron extirparle gran parte de un pulmón.

Con el inicio de la Guerra Civil española, el artista tuvo que concluir su convalecencia en Suiza y hasta 1938 no volvió a pintar óleos, un año antes de volver a Barcelona con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Todas estas adversidades dejaron totalmente desconectado a Mompou del mundo del arte internacional y a partir de entonces el artista, que en los años 30 tenía taller en París y exponía regularmente en Francia y EEUU, llevó a cabo una carrera limitada al mundo catalán y español.

La exposición ha sido también una oportunidad, comenta el comisario, para "descubrir la faceta desconocida de Mompou como fotógrafo, interesante desde un punto de vista artístico, documental y familiar".