Los Reyes inauguran 'Gauguin y el viaje a lo exótico' para celebrar el 20 aniversario del Museo Thyssen

EUROPA PRESS 08/10/2012 13:53

"Yo no quiero pintar realidades sino ensoñaciones", decía Gauguin y partió hacia Tahití, donde intentó reconquistar el primitivismo a través del exotismo. Y éste es el hilo conductor de esta muestra que, mediante una amplia selección de artistas de finales del siglo XIX y principios del XX y más de un centenar de piezas, descubre de qué forma el viaje hacia mundos supuestamente más auténticos produjo una transformación del lenguaje creativo.

Con todo ello, la muestra ofrece al visitante los frutos de las exploraciones artísticas de Gauguin, Matisse, Kandinsky, Klee o Macke, entre otros, así como la impronta de Gauguin en los expresionistas alemanes y los fauves franceses, poniendo así de manifiesto cómo Gauguin se alza como el creador de un nuevo canon exótico que sirvió de arranque de los lenguajes de la modernidad.

Paloma Alarcó, comisaria de la exposición, ha resaltado el carácter de esta muestra que parte de dos grandes joyas que alberga el Museo Thyssen: "Mata mua' (Érase una vez) e 'Idas y venidas', ambas del pintor francés.

Asimismo, y según Alarcó, la muestra pretende contar tres historias: en primer lugar la vida de Gauguin, un artista "radical" que viajó a la Polinesia en busca de nuevos paraísos y nuevas civilizaciones y la importancia del viaje en el contexto de la expansión colonial, y por último, el diálogo de Gauguin con el resto de los artistas.

"Gauguin fue el primer viajero moderno", subraya Alarcó y destaca cómo este artista buscaba en los paraísos exóticos la huella de una civilización antigua y pura que no estuviera "bajo el corsé de la civilización occidental".

El recorrido de esta muestra arranca con la obra de Eugende Delacroix, uno de los artistas pioneros en viajar al norte de África en busca de lo exótico y precursor de una nueva manera de concebir el arte. A continuación, se aprecia el giro que sufrió la carrera de Gauguin, tras su paso por Martinica en 1887, que se plasma en el famoso cuadro 'Idas y venidas', Martinica.

Y tras Martinica, llega Oceania, donde Gauguin se volcó en la representación de la deslumbrante naturaleza y de la cultura maorí en proceso de desaparición. Hasta que el deterioro de su salud física y mental dio paso a un periodo en que sus composiciones se vuelven más oscuras, misteriosas y siniestras.

Finalmente, en la última parte de la muestra, titulada 'El artista como etnógrafo' se pone de manifiesto la nueva relación del artista con la etnografía para descubrir la "incomprensibilidad externa' como decía Víctor Sagalen; es decir la extrañeza de sus costumbres, lenguaje o incluso sus rostros.