Alex y Harrison, padre e hijo, una gran historia de superación

Informativos Telecinco 19/06/2016 17:55

Harrison nació y era el niño perfecto para Alex y Donna, sus padres. Pero algo raro le pasaba. Se dieron cuenta al tener a su segundo hijo, William. Los pequeños eran diferentes:

Cuando Harrison empezaba a andar siempre buscaba un sitio al que agarrarse. William se mantenía de pie firme, y le gustaba corretear fuera de casa. Cuando Harrison empezó el colegio, su maestro decía que le veía un “poco inestable”.

Alex comenzó a preocuparse: “Me di cuenta de que se levantaba del suelo como un anciano”. El médico decía que todo estaba bien, pero su instinto paterno le decía que algo no marchaba, cuenta el diario británico 'Mirror’.

Decidieron llevar a Harrison a un especialista. El diagnóstico fue claro: el pequeño padecía distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad tan grave que las personas que la sufren no suelen sobrevivir más allá de los 25 años.

Los músculos se deterioran a un ritmo muy rápido, los enfermos necesitan andar en silla de ruedas desde pequeños, y ayuda para caminar, comer e incluso respirar.

Los primeros instantes fueron aterradores. “Que te digan: ‘Tu hijo va a morir. No hay nada que puedas hacer, así que llévalo a casa y dadle una buena vida’”, cuenta Alex que quedó en shock.A partir de entonces comenzaba su nueva vida. Alex no paró hasta saber todo lo que debía saber sobre la enfermedad que le acababan de diagnosticar a su hijo. No le gustaba lo que leía, quería darle a su hijo una nueva oportunidad.

Entonces dio con una gran fuente de inspiración: la historia de Dick y Rick Hoyt. Rick sufría parálisis cerebral, y su padre había decidido llevárselo a hacer el triatlón Ironman. El padre, con toda su furia y rabia, con toda su ilusión y sus ganas tiraba de Rick para que pudiese vivir esa emocionante experiencia.

Alex no lo dudó. Estaba decidido a competir en el triatlón Ironman y además, creó el Fondo de Harrison, para recaudar dinero e invertirlo en el equipo que investiga su enfermedad.Casualidades de la vida, por ese momento un médico buscaba a voluntarios para entrenarlos y hacer el Ironman. Alex fue uno de ellos, y ese mismo año corrió mientras su hijo le “miraba desde la barrera”, cuenta Alex. Pero esto no había hecho más que empezar. Quería correrlo con su hijo Harrison, no tenía tiempo que perder.

Después de mucho esfuerzo, de entrenar con pesos de 50kg, para simular el peso de su hijo, llegó el día. La pareja de padre e hijo fueron tratados como “auténticos atletas profesionales por el equipo del evento”.

Durante las pruebas de natación Alex se sintió cómodo, incluso pudo disfrutar de ellas. Pero al llegar a la bicicleta todo se complicó, empezó a llover y Alex estaba preocupado porque su hijo estuviese bien y no tuviese frío. “Mi mente me decía que me diese por vencido, que a nadie le importaría y que yo lo había intentado hacer lo mejor posible, relata Alex.

Harrison le decía “Papi ¿cómo es que está lloviendo en junio?”. El equipo de cámaras que les acompañaban empezaron animarles y a hacer reír al pequeño. No se podía rendir, ni por su hijo ni por todas las familias que se encontraban en la misma situación, por las que quería lograr el reto. 15 horas, 36 minutos y 29 segundos después del inicio de la carrera, cruzaban la línea de meta. Harrison no dejaba de animar. “Lo hemos conseguido juntos papá”.