"El problema es que jugué poco en arcilla, ése fue mi principal problema, que llevaba tiempo sin jugar en tierra", incidió el jugador de Basilea, número dos del mundo, que llevaba sin competir en polvo de ladrillo desde Roland Garros, el pasado mes de junio.
El ambiente en Lille --con récord de asistencia, más de 27.000 personas-- lo ha agradecido Federer, que se ha sentido muy arropado por sus compatriotas. "Ha sido impresionante el ambiente. Agradezco a los suizos que han viajado para animarme, sentirles en mi espalda", añadió entre risas, una vez que asumió el dolor de la derrota que igualaba la final al término del día (1-1).
En relación a sus molestias en la espalda, Federer prefirió quitarle importancia. "No tienes que tener un dolor grande (en la espalda) pero es como un fantasma, está ahí y te tienes que liberar del miedo", dijo tras comprobar --en el calentamiento-- que podía estar en condiciones de competir.
Además, el helvético lamentó no haber podido meterse en el partido en algún momento. "Hubiera sido bueno quebrar a Monfils el primer set. Me sentí mejor a menudo que avanzaba el partido pero él fue que mejor que yo", manifestó Federer, que no avanzó si jugará los dobles. "Se me siento bien, estaré listo para jugar mañana. Tenemos que hablar", finalizó.