Brasil se despide de los gritos en el parqué de la bolsa de Sao Paulo

AGENCIA EFE 01/07/2009 00:00

Estos "brokers" y sus teléfonos amarillos terminaron por ser engullidos por el mercado electrónico en Sao Paulo, la mayor bolsa latinoamericana y donde ya hace meses que su trabajo representa una cuota marginal del mercado y están lejos el vocerío y los intercambios desenfrenados de otros tiempos.

En un ambiente de cierta melancolía y más para fotografiarse con los compañeros que para trabajar, sólo acudieron hoy al parqué paulista (que en realidad es de suelo de goma) unas pocas decenas de los alrededor de 320 operadores registrados.

"Es el último día de pregón a viva voz, pero la vida continúa", comentó uno de los operadores a las puertas del edificio de la bolsa. Él, como sus compañeros, perdió hoy el empleo ya que, de hecho, en Brasil ha desaparecido su profesión.

El mercado electrónico, que fue implantado en diciembre de 2000, mes en el que ya representó el 3 por ciento de los negocios cerrados, hoy supera el 98 por ciento de los intercambios.

Jose Carlos Coelho, operador sénior de la bolsa paulista y secretario general del Sindicato de Mercado de Capitales, aseguró a Efe que el cambio "va a provocar la pérdida de más de mil empleos y que más de 5.000 personas resultan indirectamente afectadas".

"La bolsa, para buscar operaciones fuera de Brasil, tuvo que abrir el mercado electrónico que poco a poco terminó por engullir a los operadores de viva voz", dijo Coelho, no sin lamentar el hecho.

Coelho, dirigente sindical en el corazón del capitalismo brasileño, considera que la desaparición de su profesión es "una medida natural" ya que, "con el paso del tiempo y la globalización, el mundo quiere operar en Brasil".

En sus mejores tiempos, a finales de los años 90 del siglo pasado, los corros eran formados por unos 1.400 operadores cuyos gritos para cerrar negocios hacían la sala casi inhabitable, con un nivel de ruido equivalente al generado por un turbina de avión.

El fin del mercado a viva voz ha sido justificado en la prensa especializada porque una computadora es capaz de procesar unas 700 órdenes de compra por segundo, mientras que una persona necesita unos dos minutos para cerrar un negocio.

Los operadores alegan que a ellos, con su complejo sistema de señas, cerrar un negocio no les toma ni diez segundos, y que es sólo el registro de la operación lo que puede llevarles unos minutos.

"Pero las deficiencias también existen del otro lado. En el mercado electrónico si quieres comprar mil pero tecleas 10.000, ya no tienes manera de arreglarlo, pero en el parqué da para rectificar porque los operadores somos amigos", apunta otro de los "brokers".

A pesar de que la mayoría puede considerarse prácticamente en la calle y no sabe qué va a hacer mañana cuando ya no tenga que acudir a la sede de la bolsa, muchos prefieren no dar su nombre al hablar con los periodistas.

Con esa actitud, buscan "evitar problemas", ya que todavía conservan la esperanza de ser recolocados en la correduría para la que trabajan, ya que no son funcionarios de la bolsa.

Según Coelho, "la mayoría va a quedar desempleado" y con muchas dificultades para encontrar un trabajo debido a su perfil: 40 años, sin estudios de enseñanza superior y, por si fuera poco, acostumbrados a ganar al menos 3.000 dólares mensuales.

La dirección de la bolsa ha informado que ofreció a los operadores un plan de reciclaje profesional con cursos sobre el funcionamiento del mercado de capitales del Instituto Educacional BM&FBOVESPA.

Durante los próximos 24 meses tendrán descuentos en las tasas que se pagan para operar en la bolsa como un incentivo para que se instalen como inversores.

Esa oportunidad, explicó Coelho, va a ser aprovechada por "algunos operadores que tienen ahorros y van a intentar trabajar para sí mismos, es decir, van a pagar un alquiler a una correduría e invertir su propio dinero".

Uno de ellos, que también rehusó dar su nombre, dijo a Efe que tiene la intención de instalarse con su propios ahorros ya que no sabe hacer otra cosa.

Aunque admitió las dificultades que le deparará la adaptación al mercado electrónico, insistió en que no tendría sentido dejar la bolsa tras 10 años en los que el parqué se ha convertido en su vida.

"Va a ser difícil adaptarse a trabajar con una pantalla y no con personas. El mercado electrónico es muy frío. Voy a echar de menos el ambiente, las amistades y las bromas", concluyó.