Ejecutivos de Wall Street defienden el uso del plan de rescate y prometen una reforma

EFE 11/02/2009 18:58

Asediados por los legisladores durante una audiencia del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, ocho de los principales ejecutivos de Wall Street insistieron en que la situación sería peor sin el plan de rescate que el Congreso aprobó en octubre pasado.

Es la primera vez que estos ejecutivos rinden cuentas ante el Congreso desde que la crisis financiera arrancó con fuerza en septiembre pasado.

Los legisladores instaron a los ejecutivos a reconocer la "ira" de los contribuyentes ante la escasa transparencia sobre el manejo de los fondos y la percepción de que las instituciones no usaron el dinero para cumplir con la meta del plan: flexibilizar el crédito a los consumidores y negocios.

Conscientes del enorme problema de imagen que sufre el sector, los ejecutivos, uno a uno, replicaron que, precisamente gracias al plan de rescate, conocido por las siglas en inglés "TARP", es que los bancos continúan emitiendo líneas de crédito.

El monto dado a los bancos es parte del plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares que, a través del Departamento del Tesoro, busca atajar la crisis de liquidez del sector.

Casi todos llegaron al Congreso con un "mea culpa" y el compromiso de trabajar con los legisladores para corregir las fallas del sistema.

El presidente del Comité, Barney Frank, les instó a que cooperaran "de buena gana" y den señales de que no sólo entienden la "ira" sino que "están dispuestos a hacer sacrificios para que esto funcione".

Así, el principal ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, afirmó que jamás había visto "un abismo más grande entre la industria de servicios financieros y el público".

Blankfein reconoció la "enorme ira del público" y la percepción de la opinión pública, a veces "con justa razón", de que "Wall Street perdió de vista su amplias obligaciones públicas".

También se comprometió a corregir "ciertas prácticas" y el restablecimiento de la "estabilidad y vitalidad" del sector financiero.

Por su parte, el ejecutivo de Bank of America Kenneth Lewis reconoció que los contribuyentes "quieren que manejemos nuestros gastos cuidadosamente y proveamos transparencia sobre cómo estamos utilizando su dinero para reactivar la economía".

"Estas expectativas son adecuadas y estamos trabajando para responder a ellas", aseguró Lewis.

Citó como ejemplo que en 2008 él y otros ejecutivos de alto nivel pasaron de recibir bonificaciones y otros obtuvieron pagos reducidos en un promedio del 80 por ciento.

Agregó que Bank of America, que recibió 45.000 millones de dólares del programa "TARP", procesó durante el cuatro trimestre préstamos por más de 115.000 millones de dólares para individuos y negocios.

Mientras, el ejecutivo de Morgan Stanley John Mack dijo que la crisis de liquidez subraya la urgencia de "un cambio profundo" en el sistema.

Su empresa ha incrementado la transparencia, modificado la estructura de cómo distribuye las compensaciones y en general, ha disminuido el riesgo, aseguró.

Mack reconoció que aún queda mucho camino por andar para reconquistar la confianza del público, de los inversionistas y de las autoridades.

La meta sigue siendo "pagarle por completo a los contribuyentes en cuanto sea posible", enfatizó.

Jamie Dimon, de JPMorgan Chase, dijo que apoya la creación de un agente que supervise a los mercados financieros estadounidenses para responder a algunas de las "debilidades" del sistema y "cerrar las brechas" en el sistema regulatorio.

El republicano de mayor rango en el Comité, Spencer Bachus, dijo a los banqueros que todos tienen que poner de su parte para "recuperar la confianza" de la opinión pública.

En paralelo, el secretario del Tesoro, Tim Geithner, sostuvo en una audiencia del Comité de Presupuesto del Senado que, ante la pérdida de tres millones de empleos en 2008 y otros 600.000 el mes pasado, el Gobierno de Obama tomará mayores medidas para eliminar los bienes tóxicos del sector financiero y aumentar el flujo de créditos.

La meta, después de todo, es atajar la peor crisis financiera en EE.UU. en 70 años.