Es un viento que nace en Valencia, pero que se nota sobre todo en Andalucía. Sopla de este a oeste, de la tierra al mar, dejando humedad en el aire y recalentándose a su llegada al Valle del Guadalquivir. Esto explica el considerable aumento de la temperatura ambiente en Huelva y Cádiz. Ambas regiones son un auténtico caldero de agua hirviendo en los meses de verano (alcanzan los 35 y 42ºC), pero el efecto calor también se siente en invierno
El Levante no tiene calendario. Puede darse en cualquier mes del año. No obstante, suele soplar con más fuerza en mayo y en octubre.
El Estrecho de Gibraltar se convierte en un 'embudo' natural. El relieve de sus costas y el choque del Atlántico con el Mediterráneo hacen que el Levante pase peor por este tramo, aumentando su velocidad hasta incluso 100 kilómetros por hora. Cuando sopla tan fuerte, muchos buques, procedentes de Tánger, Ceuta o Algeciras, tienen que cancelar su navegación para evitar accidentes en alta mar.
Es muy curioso. El viento de Levante, al dirigirse al mar, no propaga el sonido de las olas en dirección a la tierra y nos cuesta escucharlo más.
Esto se nota sobre todo en verano. Los mosquitos y otros insectos se vuelven 'loquísimos' y pican allá por donde pasan. Ya sabes: si estás en una zona con 'levantazo', ten muy a mano cremas antimosquitos y también mosquiteras para dormir.
Los efectos del Levante en el ánimo se multiplican por cuatro en los meses de verano (Andalucía es un auténtico caldero de agua hirviendo), pero este viento también deja un ambiente calimoso y de bochorno en invierno que no se agradece.