Molina supera un "luto interno" tras sentirse "prisionera" del régimen que apoyó

AGENCIA EFE 14/06/2009 12:24

Molina, de 66 años, afirmó que lleva un "luto interno" desde hace décadas por el dolor que le provocó haber apoyado a un régimen del que se desencantó en 1994 y que la ha mantenido durante todos estos años como una "prisionera enajenada" en la isla.

"Yo no tengo secretos", afirmó la doctora cubana, en respuesta a los argumentos utilizados durante años por el Gobierno cubano para impedir su salida del país.

Molina, que a finales de los años 80 y principios de los 90 dirigió un prestigioso centro neurológico en la isla y mantuvo una estrecha relación con la jerarquía comunista, aseguró que nunca tuvo privilegios y que su ruptura con el régimen se debió a un lento proceso en el que sus planteamientos no fueron atendidos.

"El Gobierno cubano identifica a la Patria y a la Nación con ellos, si usted no quiere continuar identificado con ellos es un traidor a la patria", denunció Molina, que dijo sentirse "arrepentida" por su entrega a un sistema que terminó por hacer sufrir a su familia.

"Me arrepiento de haber sido cautivada a los quince años por las prédicas teóricas del sistema", señaló.

Pese a que durante estos años, dijo, se sintió como una "prisionera", nunca sintió "un ápice de odio ni rencor".

"A Fidel Castro, que ha sido el verdugo de mi familia, le deseo que se mejore en su biología y le deseo la mayor paz del mundo, una paz que sería muy buena para Cuba", apuntó.

También tuvo palabras para el actual presidente cubano, Raúl Castro, a quien pidió que avance en los cambios en la isla para el reconocimiento de las libertades y los derechos de los cubanos.

"Hay muchos cubanos cuyos derechos se están burlando y no hablan. No hablo de subversión, pero sí de pedir respetuosamente que se respeten los derechos fundamentales", dijo la neuróloga.

Tras quince años reclamando permiso para salir de la isla, Molina recibió el viernes finalmente autorización del Gobierno de Raúl Castro para viajar a Argentina, reencontrarse con su hijo, conocer a sus dos nietos y visitar a su madre nonagenaria.

Las gestiones realizadas por los Gobiernos de Néstor Kirchner y su esposa y sucesora en el cargo, Cristina Fernández, durante los últimos cinco años con el régimen de La Habana se tradujeron el pasado año en el viaje de la madre de Molina, Hilda Morejón, de 90 años, a Argentina.

El último empujón en las gestiones se produjo durante la visita de Cristina Fernández a La Habana, el pasado enero, en la que la presidenta argentina mantuvo una absoluta discreción sobre el caso Molina, se reunió con Raúl Castro y con el líder de la revolución, Fidel Castro, y evitó contactos con disidentes cubanos.

La intercesión del Gobierno argentino y el delicado estado de salud de Morejón han sido decisivos para autorizar la salida de Molina, quien atribuyó hoy también el cambio de actitud del régimen cubano a las numerosas gestiones realizadas por personajes anónimos durante estos años.

Molina, que cuenta con un visado cubano por tres meses prorrogables, ha asegurado que no tiene intención de fijar su residencia en Argentina, aunque pretende acompañar a su madre en Buenos Aires hasta el final.

Legalmente, Hilda Molina podría solicitar la residencia en Argentina ya que su hijo, Roberto Quiñones, tiene la nacionalidad desde 1996.