La abdicación que ya (casi) nadie esperaba

Daniel Gómez 02/06/2015 00:00

A esto hay que añadir lo que decían oficialmente. El mismo rey reiteró en la entrevista televisada con el periodista Jesús Hermida, en diciembre de 2013, las "ganas" y la "ilusión" que tenía por continuar al frente de la Corona. Lo dijo con la voz tomada, hinchado por la cortisona, en plena convalecencia de su enésima operación de cadera. Aquella que, cuando se supo, La Zarzuela se vio obligada a confirmar convocando la primera -y hasta hoy, última- rueda de prensa en la historia de la institución. Ese día, el entonces jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, aseguró que don Juan Carlos "en ningún momento" se había planteado la posibilidad de abdicar. Y eso que llevábamos meses encadenando intervenciones quirúrgicas y con la imagen de la monarquía cayendo en picado en las encuestas.

Cuando la mañana del 2 de junio de 2014 me llamó la Jefa de Nacional de Informativos Telecinco, Rosa Lerchundi, para avisarme de que La Moncloa acababa de anunciar una comparecencia urgente del presidente Mariano Rajoy para comunicar algo "mucho más importante" que su dimisión o una supuesta remodelación del Gobierno, le dije que me parecía imposible que fuera a anunciar que el rey Juan Carlos abdicaba. Que no, que el rey no renunciaría al trono, que nos lo habían dicho mil veces. Me puse a hacer llamadas sin parar. En la Casa Real, absolutamente nadie respondía al teléfono. Los compañeros de otros medios de comunicación coincidíamos: era imposible que el rey abdicara y mucho más que fuera Rajoy quien lo anunciase. Pero los minutos iban pasando y cada cada vez estaba más claro que, efectivamente, ese día iba a pasar a la historia.

Escuché la comparecencia del presidente por la radio, en el coche, a las puertas de La Zarzuela. Fue emocionante porque aquel hipotético día del que tanto habíamos hablado, había llegado. Rajoy dijo que el don Juan Carlos explicaría su renuncia con una comparencia en televisión, desde palacio, sobre mediodía. Y ahí empezó otra locura. El gabinete de comunicación del monarca ya respondía a las llamadas pero no eran capaces de precisar a qué hora dispondríamos de esa grabación en la que el rey abdicaba.

No se pudo emitir hasta pasadas las 13h. Luego nos contaron que el motivo del retraso fue que don Juan Carlos estaba emocionado y que hubo que cortar en varias ocasiones para que su "abdico la Corona de España" quedara bien. En el mensaje, ni una sola mención a sus problemas de salud ni mucho menos al Caso Nóos, las dos verdaderas causas que le impidieron alcanzar esos ansiados 40 años en el trono. El rey, simplemente, se erigió en defensor de la regeneración y aseveró que, en ese momento de crisis económica, había llegado el momento de dar paso a una nueva generación que sacara España adelante.

¿Qué pasó con aquel rey que a finales de 2013 no se había planteado la posibilidad de abdicar? Rafael Spottorno nos aclaró que, en ese momento, no lo había hecho. Hay quien asegura, en cambio, que don Juan Carlos había barajado esa idea en numerosas ocasiones desde 2010 pero que no fue hasta enero del año pasado cuando tomó la decisión y ya no hubo vuelta atrás. Que fue el día después de su 75 cumpleaños, tras el acto castrense de la Pascua Militar en el Palacio Real. Allí pronunció un desastroso discurso, repleto de equivocaciones y frases sin sentido. Lo achacaron a la falta de luz pero todo el mundo vio a un rey cansado que ya no podía seguir representando a España.

Ya han pasado doce meses y, en este tiempo, hemos coincidido en unas cuantas ocasiones con don Juan Carlos. Su agenda de actos es reducida porque, nos explican, su única voluntad es dar todo el protagonismo a su hijo Felipe. Por eso no acudió a la proclamación del 19 de junio. Pero en esas escasas apariciones públicas, sí hemos visto a un ex rey o rey emérito o rey jubilado, como quieran llamarle, con muy buen humor, con mucha mejor forma física que tiempo atrás. Da la sensación de que se siente liberado y feliz porque el relevo de la Corona ha salido bien. Las encuestas lo confirman. Su imagen ha remontado. La gente le aplaude y le saluda efusivamente cuando le ve. Sin duda, la de aquel 2 de junio fue una decisión acertada.