La Ertzaintza localizó a Otuya "ensangrentada" y sin pulso, mientras 'saholin' permanecía tranquilo

EUROPA PRESS 20/04/2015 16:17

Los ertzainas que detuvieron el 2 de junio de 2013 a Juan Carlos Aguilar, 'el falso monje shaolín', autor confeso del asesinato de dos mujeres, encontraron al acusado en el interior de un habitáculo de su gimnasio "tranquilo", mientras Maureen Ada Otuya, nigeriana de 29 años, tenía la cara "hinchada y ensangrentada" por los golpes que había recibido y se encontraba sin pulso.

La reanimación a la que fue sometida por el personal sanitario que la atendió logró que no falleciera en ese momento, pero la joven perdió la vida tres días más tarde en el Hospital de Basurto, donde ingresó en estado de coma.

El 'falso shaolín', con el torso desnudo y arañazos recientes, al principio pareció resistirse un poco a los agentes, pero, posteriormente permaneció "tranquilo y en silencio", mientras los agentes atendían a la víctima, que se encontraba con la ropa interior rota y semitapada por una manta. "No le oímos la voz. Le preguntamos si él había hecho eso y se encogió de hombros", han relatado los miembros de la Policía vasca.

Inmediatamente se percataron que en el gimnasio había varias bolsas llenas de "restos cadavéricos", que resultaron corresponder a Yenny Rebollo, colombiana de 40 años, a la que Aguilar mató el 25 de mayo, una semana antes.

Los agentes localizaron, entre otras cosas, fotografías y grabaciones del acusado con Rebollo narcotizada y todavía con vida, y otras realizadas posteriormente, en las que ya parecía muerta. Treinta y cinco horas después, el 'falso monje shaolín' utilizó el cuerpo sin vida de Yenny para hacerse fotografías con una mujer, con la que solía mantener relaciones sexuales habituales. Ésta tenía los ojos tapados, con lo que no se dio cuenta que salía en las fotos junto con un cadáver.

Otras mujeres también fueron fotografiadas "semidesnudas o con ropas eróticas". Algunas de ellas fueron vejadas y agredidas. "A una de ellas la golpeó, sobre todo en los pechos", ha asegurado el instructor del atestado de la Ertzaintza.

Un total de siete ertzainas han declarado este lunes en el juicio que se celebra desde el pasado viernes en el Palacio de Justicia de Bilbao contra el llamado 'falso monje shaolín', conocido experto en artes marciales en Bilbao, de 49 años, que se enfrenta a peticiones de entre 40 y 45 años de prisión por dos asesinatos, reconocidos por él mismo. La acusación popular y el abogado de la familia de Ada Otuya piden que se le condene también por ensañamiento.

También ha testificado, detrás de un biombo, la mujer que alertó a la Policía vasca aquel 2 de junio de 2013, sobre las tres y media de la tarde, de que "una mujer de color", con cara "angustiada", había pedido ayuda a gritos tras los cristales de la puerta de un gimnasio de la calle Máximo Agirre y que el agresor la agarró de los pelos para llevársela al interior. Doce horas habían transcurrido desde que la víctima subiera en la calle General Concha al coche del acusado.

INTERVENCIÓN DE LA ERTZAINTZA

El ertzaina que realizó el atestado ha relatado al tribunal de jurado, presidido por el magistrado Manuel Ayo --presidente de la Audiencia Provincial de Bizkaia-- que, desde que la Ertzaintza fue avisada de los hechos hasta que pudo entrar en el gimnasio, transcurrió un cuarto de hora.

Para abrir la puerta de metal del establecimiento, los agentes tuvieron que utilizar una cizalla y una maza. El local se encontraba oscuro con luces de emergencia tenues. Al oír ruidos en la parte de arriba, se dirigieron con linternas y en alerta, puesto que en el gimnasio había katanas, ballestas, lanzas y armas blancas, y faltaba algún cuchillo de uno de los juegos.

Los agentes lograron localizar un habitáculo de difícil acceso cuya puerta, en principio, les costó un poco abrir. En el interior estaba el 'falso maestro shaolín', sudado, con el torso desnudo, que presentaba arañazos recientes, y las manos y brazos ensangrentados.

Medio oculta, debajo de una manta, se encontraba Otuya, con la ropa interior rota, la cara hinchada y ensangrentada "por los golpes" que supuestamente había recibido. Inconsciente y sin pulso, tuvo que ser reanimada, y se la trasladó de inmediato al Hospital, donde ingresó en estado de coma. El 5 de junio falleció a causa de las graves heridas que sufrió.

"Tenía una cuerda de embalar con cinco vueltas alrededor del cuello, una brida negra y cinta americana. La tuvieron que soltar para reanimarla. Además, le quitaron otras bridas que tenía en las manos y en los pies, de las que se utilizan en la construcción, que una vez que se cierran ya no se pueden abrir", ha añadido.

RESTOS DE YENNY REBOLLO

Cuando se encontraban realizando la inspección ocular del gimnasio, los agentes localizaron siete bolsas de color verde con "restos cadavéricos de una persona". "Se veían los dientes, una mandíbula y una cara totalmente destrozadas, estaba la mano izquierda a la que le faltaba el índice, había dos pies y diferentes huesos a los que le habían quitado la carne", ha añadido.

Al día siguiente, 3 de junio, se prosiguió con la inspección ocular del gimnasio, y en un falso techo de un vestuario restringido se halló otra bolsa con más restos de cadáver. Posteriormente, se dirigieron al domicilio del acusado, en la calle Iturriza, en el que encontraron en el balcón otra bolsa verde, "con otra mano y algunos huesos del brazo". La Ertzaintza logró sacar las huellas dactilares de los dedos y comprobaron que se trataba de Yenny Rebollo, una colombiana de 40 años.

Los ertzainas también localizaron grabaciones y fotografías en las que el acusado aparecía con Yenny Rebollo "atada, semidesnuda y aparentemente viva, en posición sentada", y otras en las que se iba "tumbando". "Era el mismo sitio en el que se encontró a Ada", ha apuntado.

Según ha manifestado, hay imágenes de dos horas después en las que la víctima aparece "totalmente desnuda, desatada y da la sensación de que está muerta". En otras fotografías realizadas 35 horas más tarde aparece el mismo cuarto y, en el fondo, el cuerpo sin vida de Yenny Rebollo, mientras en primer plano se observa a una chica, con la que Shaolín solía mantener relaciones sexuales habituales, con los ojos vendados.

Los agentes tomaron declaración a unas siete mujeres que fueron fotografiadas en estado "semidesnudas o con ropas eróticas" y cuyo teléfono tenía guardados en su móvil Juan Carlos Aguilar.

El instructor del atestado ha señalado que, en el interrogatorio, Aguilar les contó que los dos crímenes habían ocurrido el mismo fin de semana, durante el que "se encontraba en un estado como si estuviera en una borrachera permanente, pero no por la bebida, sino por una especie de tumor que tenía en la cabeza". Además, le preguntaron por los restos que faltaban del cuerpo de Yenny, y el procesado aseguró que los había tirado a la Ría y a la basura.

TESTIGO

La vecina que alertó a la Ertzaintza para que acudiera al gimnasio Zen 4 de Bilbao el 2 de junio ha narrado cómo vio a una mujer de color que pedía "ayuda, auxilio y socorro" desde detrás del cristal de la puerta, al que daba golpes. El agresor la agarró del pelo y se la llevó al interior. "Se oían los gritos y se veía a alguien que quería salir. Entonces, yo llamé a la Ertzaintza, que abrió la puerta a la fuerza", ha apuntado.

Asimismo, ha recordado que "todo fue muy rápido", pero pudo ver que la víctima tenía "cara de angustia". A preguntas del jurado, ha afirmado que cree que el agresor no se percató de que había sido testigo de esos hechos. Otra persona que iba en un coche y se dio cuenta de que algo sucedía también llamó para alertar de que se estaba cometiendo una agresión. El juicio proseguirá este martes, a las diez de la mañana, con la testifical de los peritos.