El juicio contra el exdirector de Salesianos de Cádiz se reanuda este lunes con la declaración de los menores

EUROPA PRESS 09/05/2016 08:13

La de este lunes será la segunda de las nueve sesiones en las que está previsto que se desarrolle el juicio, durante el que declararán como testigos 73 personas, de las cuales 27 son menores de edad o lo eran cuando se produjeron los hechos.

La primera sesión prestó declaración el acusado, quien aseguró al tribunal que "jamás" agredió o abusó de los menores. Dijo que fue "un niño entre niños" porque su sistema educativo implicaba "cercanía" para ayudar a alumnos con "tendencia a la conflictividad" y con "necesidades especiales" en materia educativa.

El acusado reconoció que se "rebajó y puso al nivel" de los alumnos y que jugó incluso "a juegos de peleas pero sin golpes", aseverando que "jamás" hubo un ánimo libidinoso o sexual y lamentando que "algunos" se hayan "empeñado en deformar la relación" que mantenían.

Cabe recordar que la Fiscalía pide 38 años de cárcel para el exdirector del centro educativo por presuntos delitos de abusos sexuales y faltas continuadas de lesiones. La Junta de Andalucía ejerce la acusación particular en representación de un menor tutelado que supuestamente sufrió un delito de abuso sexual continuado, solicitando por ello dos años de prisión.

Según el Ministerio Público, los hechos se remontan a enero de 2012, cuando, con el objeto aparente de ganarse la amistad de los alumnos fundamentalmente de Primero y Segundo de ESO, el acusado supuestamente ideó un "sistema de créditos" mediante el que los alumnos que "querían evitarse alguna clase por resultarle molesta o aburrida" acudían al director para que les diese un justificante "a cambio de un castigo corporal".

De esta manera, los alumnos permanecían durante un tiempo preestablecido en el despacho estudiando, jugando con el ordenador o la tablet y recibían golosinas, pero siempre "a cambio del correspondiente castigo corporal que era cuestión 'sine qua non'".

Según la Fiscalía, los castigos corporales implicaban "golpes con la mano abierta sobre la piel", obteniendo este sistema "gran éxito entre los alumnos" para conseguir evitar las clases.

En principio se trataría de "collejas y golpes no muy fuertes", pero dicha actitud de camaradería ocultaba sin embargo "un propósito libidinoso" por parte del acusado, que habría ido "aumentando la intensidad de los golpes" y de juegos concretos que "conllevaban un componente erótico".

Dichas actividades se habrían prolongado hasta julio de 2013, cuando "el aumento de la agresividad" resultó "molesta" a alguno de los alumnos y decidió denunciarlo. Estas conductas habrían sido realizadas con un total de 27 alumnos del centro.