El drama que se puede avecinar podría alcanzar cifras apocalípticas, porque los afectados de forma inmediata alcanzan los cien millones de personas.
Las razones de China, por poner un ejemplo, para cancelar las exportaciones, hay que buscarlas en su creciente clase media. Millones de familias han pasado de alimentarse con un cuenco de arroz diario a consumir tres, y un filete, como nos ha señalado Juan Antonio Hernández, de Intermón Oxfam. Son buenas noticias... pero pueden tener nefastas consecuencias. Lo mismo ocurre en India.
Los demonios Malthusianos (incremento geométrico de la población contra un aumento aritmético de la producción de alimentos) se han presentado a la puerta de las chozas de los menos pudientes del mundo. Y como con el resto de los cereales, están llenando los bolsillos de los especuladores financieros.
La noticia ha saltado esta semana. ¿Por qué? Porque una conocida cadena de supermercados estadounidenses ha decidido racionar las ventas del cereal blanco. Y esta misma cadena, con tentáculos en el Reino Unido, está haciendo lo mismo en "las islas". Y como en el "planeta mercado". Los Estados Unidos son el centro del mundo, la noticia ha corrido como la pólvora. Sobre todo porque en ese país no ocurría algo parecido desde hace decenios.
Brasil ha dejado de exportar sus excedentes de arroz. ¿Por qué? Porque si los vendiera luego tendría que comprar a mayor precio, y eso no es ni negocio ni asegura el suministro a su población.
Y volvemos la mirada hacia donde siempre: los más pobres. Desde la parte sur del continente americano a Asia y África. Lugares donde el campo ha sido abandonado porque les es más barato comprar los excedentes subvencionados del primer mundo que acceder o los frutos de sus propios cultivos. Un ejemplo para que sea más fácil la comprensión: en estos países es más barata la leche en polvo "occidental" que la leche fresca de la vaquería del pueblo.