Según publica el "Daily Mail", el pequeño Ryan tenía en su cuerpo hasta 70 marcas.
La chica y su novio, adicto al crack y a la cocaína, habían golpeado al niño contra paredes y suelo, lo habían encerrado en un armario y abofeteado y golpeado en numerosas ocasiones. Le pegaron tan fuerte que tenía marcas de los dedos y las manos de sus canguros en su cara.
En sus últimas horas recibió una decena de golpes en la cabeza que le causaron una hemorragia cerebral y posteriormente un paro cardíaco que no puso superar. Murió 38 horas después en el hospital. Según fuentes médicas, las heridas que presentaba eran compatibles con un accidente de tráfico.
La pareja declaró que se había caido en el baño pero los médicos advirtieron desde un principio que los golpes no eran involuntarios y lo pusieron en conocimiento de la policía.
Un agente pudo evitar el suceso ya que visitó la casa sólo unas horas antes. Los gemidos del pequeño bajo el edredón no le hicieron sospechar.
La madre había contactado con la pareja a través de los servicios sociales de la localidad y les pagaba 40 libras a la semana para que cuidasen al niño. LA