Modelo OTAN en Indopacífico: ¿realidad o excusa ‘victimista’ de China?

  • China incide en que Estados Unidos está intentando implantar una OTAN asiática en la región

  • Existen múltiples acuerdos de cooperación militar multilateral entre EE.UU. y países de la zona

  • Una OTAN asiática es casi imposible por la disparidad de identidades, de valores, de religiones y de modelos políticos

El ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, compareció ante los medios de comunicación durante la semana y dejó claras las intenciones de su Gobierno al respecto del clima geopolítico actual, marcado obviamente por la ocupación de Rusia a Ucrania. Por enésima vez, un miembro del Partido Comunista Chino se negó a tildar de “invasión” la ación militar rusa e incluso catalogó la relación entre ambos países de “sólida como una roca”. También aprovechó la ocasión para acusar a Estados Unidos de intentar organizar una “OTAN del Indopacífico”, donde los países miembros se protejan entre ellos ante una amenaza militar externa.

La estrategia Indopacífica de EEUU se está convirtiendo en un sinónimo de política de bloques”, afirmó Wang Yi. “Profesa el deseo de cooperación internacional, pero en realidad está avivando la rivalidad regional. Habla de multilateralismo, pero lo cierto es que crea clubes exclusivos. Afirma normas internacionales, pero realmente está estableciendo e imponiendo normas que le convienen a ellos y a sus acólitos. El verdadero objetivo de la estrategia Indopacífica es establecer una versión de la OTAN en la región. Estas acciones perversas van en contra de las aspiraciones comunes de la región y están condenadas al fracaso”, aseveró Wang Yi.

China utiliza cada oportunidad que tiene para condenar el conflicto armado precisamente para hacer lo contrario y acaba apuntando con el dedo al bloque Occidental, especialmente a EE.UU. y a la OTAN, de ser los culpables de que Rusia esté llevando a cabo una “operación especial en Ucrania”. Primero fue el avance de la gran alianza a territorios cercanos a las fronteras rusas y ahora la excusa que sale de ambos Gobiernos y que difunden los medios de comunicación estatales (no existe alternativa dentro de ambos países) es que EE.UU. ha estado financiando la proliferación de armas químicas en Ucrania. Estadounidenses y aliados han expresado su preocupación por estas acusaciones que, dicen, forman parte de una campaña de desinformación a sus ciudadanos e incluso el Gobierno ucraniano y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han expresado su preocupación, ya que sospechan que Rusia podría ser capaz precisamente de llevar a cabo un ataque con armas químicas. Aquello que Vladimir Putin y Xi Jinping denuncian es justo lo que ellos mismos podrían acabar haciendo.

Este victimismo en los discursos de China y Rusia no es nuevo y se vuelve a repetir con la acusación del ministro de Exteriores chino a EE.UU. de estar trabajando para crear una alianza como la OTAN en Asia, un temor que tampoco es novedad. Los estadounidenses llevan décadas construyendo alianzas en la región, algo que también hace el gigante asiático. Se trata de una pugna de influencias con estrategias distintas que comparten el mismo fin: frenar a su rival. Mientras los estadounidenses buscan acuerdos de cooperación militares y en materia de seguridad bilaterales y multilaterales, China opta por alianzas económicas -con la salvedad de Corea del Norte, con quien tiene un compromiso militar-, y por la coerción económica a países afines a EE.UU., como Australia, Japón y Corea del Sur.

El Partido Comunista Chino lleva décadas ganando influencia en algunos países potentes y en los más vulnerables de la región con la estrategia de “la diplomacia del dólar”. Invierte en algunas naciones para mejorar sus infraestructuras o compra sus deudas a cambio de lealtad. Eso es, por ejemplo, no reconocer a Taiwán diplomáticamente, alejarlos del bloque Occidental o generar una mayor dependencia comercial con China. Indonesia, Malasia, Tailandia, Vietnam, Kiribati o las Islas Salomón son países que han oscilado más hacia sus vecinos asiáticos que hacia EE.UU., mientras que Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, India, Filipinas o Singapur miran más hacia el Oeste, con límites en algunos casos, como el indio, y con vínculos muy fuertes, como con Tokio, Seúl y Canberra.

Las alianzas en la región que teme China

En la actualidad, hay tres alianzas en la región del Indopacífico que incluyen a EE.UU. y que fueron mencionadas por el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi: la alianza Five Eyes (Cinco Ojos), el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) y AUKUS. Además, los estadounidenses comparten vínculos bilaterales con otros países como Japón o Corea del Sur. “EE.UU. está poniendo en escena una postura ‘5432’ en Asia-Pacífico. No es en absoluto una bendición, sino un movimiento siniestro”, señaló el ministro para argumentar que el objetivo final de los estadounidenses es crear una suerte de OTAN en la región, con países que se apoyen mutuamente ante un potencial ataque externo.

El “cinco” corresponde a Five Eyes (Cinco Ojos), una alianza en materia de inteligencia y espionaje que incluye a EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido. Con el “cuatro”, Wang Yi se refiere al acuerdo entre EE.UU., India, Japón y Australia para formar el QUAD. Esta es la cooperación que más preocupa al Ejecutivo chino ya que incluye maniobras militares de gran escala entre los países miembros. Los dos últimos ejercicios se han llevado a cabo en 2021 (Mar de Filipinas) y en 2020 (Golfo de Bengala). Wang Yi se refiere con el “tres” a AUKUS, que corresponde a las primeras letras de Australia, Reino Unido y EE.UU. y que incluye una cooperación militar en la que Australia ha adquirido material bélico, incluidos varios submarinos nucleares. Las alianzas y los acuerdos multilaterales anteriores no incluyen una responsabilidad de asistir a los países miembros en caso de ataque externo, elemento -entre otros- que los diferencia de la OTAN. Con el “dos”, el ministro chino se refiere a los acuerdos bilaterales entre EE.UU. y Japón (con quien también realizó maniobras navales recientes en el Mar de Filipinas) o con Corea del Sur.

“Algunos esperan que Quad se convierta gradualmente en algo parecido a una alianza (en la actualidad lleva la etiqueta de diálogo)”, señala a NIUS James D. Brown, profesor de Ciencias Políticas y Coordinador de Asuntos Internacionales de la Universidad de Temple en Japón. “Sin embargo, esto parece poco probable debido a la reticencia de India. Se ha demostrado tras la invasión rusa de Ucrania, cuando India se negó a votar a favor de la resolución que condenaba la agresión rusa. Esto demuestra que India no está tan cerca de EE.UU. y otros socios como se había supuesto”.

India, cerca -pero no tanto- de EE.UU.

Sobre la comparación entre QUAD y OTAN en el Indopacífico se refirió recientemente el ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, quien afirmó el mes pasado que “hay partes interesadas que insisten en este tipo de analogías. Les pido que no caigan en esa perezosa analogía de una Asia-OTAN”, afirmó refiriéndose a la comparación que pone sobre la mesa China. El miembro del Gobierno de Narendra Modi dejó claro que India no es un aliado de EE.UU. aunque comparta un diálogo en el QUAD. “Este diálogo no tiene un tratado, una estructura, una secretaría, es una especie de formalidad del siglo XXI de responder a un mundo más diversificado y disperso”, agregó.

La postura de India es el reflejo de otras actitudes que mantienen algunos países asiáticos: aunque en algunos aspectos el Ejecutivo de Modi oscila hacia Occidente (como su presencia en QUAD o tras las recientes tensiones con China, como el enfrentamiento militar de 2020 entre ambos países donde murieron 20 soldados indios y un número indeterminado de chinos en la frontera) en otras circunstancias realizan guiños al bloque Oriental, principalmente por la dependencia económica con el gigante asiático.

Esa es precisamente una de las razones por la que en Asia-Pacífico en general no se ve con buenos ojos la creación de un modelo OTAN en la región, por no poner en riesgo su dependencia en China. Otra es que no quieren que la zona se convierta en un campo de batalla y, quizás, la más significativa es por la disparidad de identidades, de valores, de religiones y de modelos que existen entre los países de la región. Las naciones miembros de la OTAN tienen mucho más en común que las que formarían parte de una estructura similar en el Indopacífico. EE.UU. lo sabe, porque ya fracasó cuando intentó cambiar su estructura de alianzas bilaterales por multilaterales tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría. China también es consciente de la gran dificultad que entrañaría una versión asiática de la OTAN. Hay analistas que piensan que China está usando este argumento victimista para seguir llenando de justificaciones una potencial acción preventiva en Taiwán como la de Rusia en Ucrania.

Otros, en cambio, piensan que su estrategia económica en distintos países -incluidos los aliados a EE.UU.- le obliga a abogar por un escenario donde reine la paz y el status quo actual en la región, especialmente al observar lo que está sucediendo al otro lado del mundo. “Soy optimista y creo que la experiencia de Rusia en Ucrania puede haber hecho que Xi Jinping se lo piense dos veces antes de avanzar en Taiwán, si es que está pensando en hacerlo. El pueblo ucraniano ha demostrado la capacidad de un país decidido a defenderse, incluso contra un adversario más poderoso. Además, es probable que a China le haya sorprendido la unidad de Occidente y la contundencia de las sanciones que se han impuesto a Rusia”, sentencia Brown.