Los seguidores del depuesto primer ministro Shinawatra irrumpen en la capital de Tailandia

AGENCIA EFE 13/03/2010 07:48

Los convoyes de vehículos cargados de "camisas rojas", el color de los partidarios de Shinawatra, entraron haciendo ruido y jubilosos por todos los accesos a Bangkok, donde la tensión aumenta a medida que transcurren las horas.

Curiosos y transeúntes observaban desde las aceras las hileras de vehículos que en medio de bocinazos y sin respetar las señales de tráfico se abrían paso por las calles más céntricas de la ciudad a modo de anuncio de la llegada de los seguidores del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura, la plataforma de Shinawatra.

"Los rojos ya están aquí", gritaba un guardia de seguridad a otro mientras se aprestaban cerrar las puertas de un afamado gran almacén del centro de Bangkok.

Aunque los principales cabecillas de la protesta han asegurado que será pacífica, la población teme que se produzcan disturbios similares a los ocurridos en abril, cuando dos personas murieron y unas 120 resultaron heridas en las escaramuzas entre las fuerzas de seguridad y los "camisas rojas".

El Gobierno del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, a su vez líder del Partido Demócrata, ha desplegado a unos 50.000 soldados, policías y fuerzas paramilitares en distintas áreas de Bangkok, sobre todo en las zonas próximas a la sede del Ejecutivo y algunos ministerios.

Además de ese despliegue, el Ejecutivo declaró el pasado jueves la Ley de Seguridad Interna en Bangkok y en otras siete provincias aledañas, mientras que muchos hoteles de la capital han recomendado a sus huéspedes que se mantengan alejados de las zonas emblemáticas de la capital, tomadas por miles de "camisas rojas".

La Ley de Seguridad Interna permite declarar el toque de queda, sacar el Ejército a las calles para colaborar en el mantenimiento de la seguridad y anula el derecho de reunión.

La mayor parte de los integrantes del Frente que entraron en Bangkok llegaron de la región septentrional del país, la más poblada y a su vez el principal feudo de Shinawatra, un ex coronel de la Policía que tras convertirse en multimillonario, hizo una carrera política meteórica.

Tras vencer con discursos populistas y nacionalistas todos los comicios generales celebrados desde enero 2001, Shinawatra fue desalojado del poder mediante el golpe de Estado perpetrado por los militares en septiembre de 2006, en medio de la crispación surgida a raíz de que vendiera por unos 1.900 millones de dólares, gran parte de su imperio empresarial en una operación "libre de impuestos".

Las sucursales del Bangkok Bank, entidad que los "camisas rojas" vinculan con la asonada, mantenían estrictas medidas de seguridad para prevenir ataques de los partidarios de Shinawatra, condenado en rebeldía a dos años de cárcel y declarado prófugo por la justicia de su país.

Las representaciones diplomáticas de al menos una treintena de países,incluida la de España, han solicitado a sus ciudadanos que eludan acercarse a la calificadas como "zonas de riesgo", situadas en su mayoría en el casco viejo de la capital tailandesa.

Esta manifestación que según sus organizadores atraerá hasta un millón de personas, es otro episodio más de la profunda crisis política que atraviesa Tailandia desde la asonada.

Aunque los seguidores del ex primer ministro recuperaron el poder en las elecciones de diciembre de 2007 que restablecieron la democracia, lo perdieron al año siguiente cuando el Supremo disolvió su partido por fraude electoral, en aplicación de la Constitución redactada y aprobada durante el periodo militar.

Vejjajiva, del entonces opositor Partido Demócrata, aprovechó la coyuntura para establecer una alianza parlamentaria y formar Gobierno, de ahí que el Frente Unido exija la disolución del Parlamento y elecciones.

Shinawatra, a quien en febrero el Tribunal Supremo le incautó 1.391 millones de dólares del total de 2.315 millones que el Estado ordenó inmovilizar en sus cuentas y las de sus familia tras la asonada por presuntas irregularidades, sigue toda la movilización desde el extranjero y se comunica por teléfono con sus partidarios.