Cuando le diagnosticaron la enfermedad, los médicos le comunicaron a sus familiares que su vida sería complicada y que deberían esperar lo peor.
Pero Molly decidió no rendirse y seguir luchando durante siete meses.
Gracias a estas botas especiales, que le ayudan a mantener el equilibrio, Molly puede llevar una vida de lo más normal junto a sus abuelos, Winifred y Bill, y su hermano Dylan, con quien convive.
Los médicos del Hospital General de Newcastle han reconocido su enorme valor a través de su lucha llegando a denominar a Molly como "bebé milagro" por el personal del hospital.