"Libre" circulación entre rejas

PILAR BERNAL 11/05/2009 17:22

Los internos utilizan cualquier objeto cotidiano para hacerse con un arma con la que amedrentar a otros internos o a los propios funcionarios de prisiones: "usan los vierteaguas de las ventanas, un muslo de pavo, el palo de una escoba o la pata de una silla. Muchos tienen los pinchos para defenderse", explica José Manuel Salvador, funcionario de prisiones y representante de ACAIP en la cárcel de Topas, una de las más agitadas en los últimos meses a causa de las peleas entre internos.

En lo que va de año en este centro penitenciario ha habido unos sesenta enfrentamientos, veinte sólo el pasado mes de marzo, y muchos de ellos con heridos por arma blanca.

El problema con la droga es similar o peor porque, al no estar permitidos ni los cacheos integrales ni las placas radiológicas, más que con orden judicial, es complejo detectarlas.

"Lo más habitual es que se pasen la droga en los bis a bis de cuerpo a cuerpo", cuenta José Manuel Salvador. "Otros salen de permiso y regresan cargados. El problema con la droga es similar o peor porque, al no estar permitidos ni los cacheos integrales ni las placas radiológicas, más que con orden judicial, es complejo detectarlas. "Lo más habitual es que se pasen la droga en los bis a bis de cuerpo a cuerpo", cuenta José Manuel Salvador.

"Otros salen de permiso y regresan cargados con drogas en el interior del cuerpo que los escáneres no detectan", añade Alberto Téllez, funcionario de la prisión de Picassent, donde también sufren el hacinamiento y la falta de medios.

Carlos dice que ha probado más drogas dentro que fuera de prisión, que dentro de la cárcel es posible encontrar cualquier tipo de sustancia: Cocaína, heroína, pastillas o hachís. "Para los que consumen el hachís no es droga. El caballo circula sin problemas en todas las prisiones, hasta en la de Segovia, donde yo estoy que es de las más tranquilas", explica este interno a punto de salir en libertad después de haber perpetrado un robo a mano armada en una joyería de Burgos hace siete años.

Ha sido su última condena pero en su largo periplo por cárceles españolas ha comprobado que dentro del talego se puede comprar casi de todo: "si en la calle es difícil salir adelante sin dinero, en prisión más. Lo que en la calle vale 2 euros en la cárcel vale 20, así que hay gente que traficando dentro se hace de oro".

Las fuertes medidas de seguridad que existen en torno a un centro penitenciario no evitan que tras los gruesos muros se pueda conseguir cualquier cosa. Desde 2007 se han incautado más de 2000 pinchos carcelarios en las prisiones españolas, la inventiva de los reclusos, dicen los funcionarios no tiene fin: "dentro de prisión hay mucho tiempo para pensar" explica José Manuel Salvador.

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