La prueba es sencilla, rápida e indolora. Tan sólo es necesario una muestra de ADN. Normalmente se extraen células bucales porque son las más accesibles y tienen el contenido genético suficiente para establecer un perfil entre los implicados, compararlo y calcular la probabilidad de paternidad.
Este test genético puede tener un uso privado o legal. En este caso, un profesional sanitario tiene que estar presente para acreditar la identidad de los participantes. Además, tendría que acudir al juicio si el juez lo requiere. En este caso, su precio es más elevado. Las pruebas de paternidad cuestan de 300 a 500 euros y el resultado tarde de 3 a 5 días.
Hemos acompañado un hombre que desea saber si es el padre biológico de su hija de 8 años. Aunque él no duda, sus padres (los abuelos paternos de la niña) sospechan que no lo es. Argumentan que su exmujer, colombiana, pudo tener relaciones con otros hombres y atribuirle la paternidad a su hijo para conseguir la documentación y poder quedarse en España. Además, quieren saber si realmente es su nieta para incluirla en el testamento. En el laboratorio CEFEGEN les realizan la prueba a ambos para despejar la duda. De confirmarse la paternidad, el padre estaría obligado a continuar con la manutención de su hija ya que está divorciado de la madre y la niña sería heredera forzosa.
La cuestión económica siempre está detrás de estas pruebas. Son pocas las situaciones en las que un padre (o un hijo) quiere saber su vínculo biológico sólo por el hecho de saberlo. Por eso, como señala Don Luis Zarraluqui, experto en Derecho de Familia: "Normalmente los demandados son personas que tienen o notoriedad personal o patrimonio importante: toreros, cantantes..." Porque, el atractivo de adquirir un padre siempre es menor cuando ese padre no tiene dinero.
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