Ingrid Betancourt prepara su libro alejada de Colombia un año después del rescate

AGENCIA EFE 01/07/2009 17:06

Después de seis años cautiva, Betancourt fue liberada el 2 de julio de 2008 durante una acción militar encubierta, conocida como Operación Jaque, junto con los estadounidenses Marc Gonsalves, Keith Stansell y Tom Howes, y once policías y militares colombianos, algunos de los cuales pasaron más de diez años retenidos en la selva.

En un operativo considerado casi una obra maestra de inteligencia militar y del que mañana se cumple un año, un grupo de uniformados se hizo pasar por personal humanitario y sin disparar un solo tiro liberó a los 15 rehenes.

"Gracias al Ejército de mi patria, Colombia, gracias por la impecable operación, la operación fue perfecta", fueron las primeras palabras de la ex rehén cuando llegó liberada a Bogotá aquel día.

Betancourt, que fue el más preciado rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 en el selvático departamento de Caquetá cuando hacía campaña para las elecciones de aquel año, dos días después de la ruptura de las conversaciones de paz entre el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana y esa guerrilla.

Amigos y detractores reconocen que su secuestro fue fruto de casi una provocación, ya que las autoridades civiles y militares le recomendaron no acercarse a esa zona dominada por la guerrilla en un momento tan tenso.

Pero su carácter rebelde no le permitió escuchar los consejos y fue tomada como rehén junto con su compañera de fórmula electoral, la entonces candidata a la vicepresidencia Clara Rojas.

Ese tipo de "insolencias" las practicó durante sus años de cautiverio, según han recordado sus compañeros de secuestro en distintos libros publicados tras su liberación.

Los más duros han sido los estadounidenses Marc Gonsalves, Keith Stansell y Howes, quienes en su libro "Lejos del infierno" relatan cómo Ingrid protestó cuando ellos llegaron al campamento en el que se encontraron por primera vez porque, a su juicio, eso implicaba compartir el reducido espacio del que disponían los rehenes.

Estos contratistas del Pentágono, capturados en 2003 cuando su avión se accidentó en la selva durante un operativo de búsqueda de laboratorios de cocaína de las FARC, cuentan que Betancourt les acusó de pertenecer a la CIA ante los secuestradores, lo que les puso en serio peligro.

Los estadounidenses tachan a Betancourt de "egoísta e insolidaria" a la hora de compartir comida, ropa, radios y libros, artículos de primera necesidad en la jungla y que les permitían sobrevivir mejor en el infierno.

Clara Rojas, si bien ha sido discreta, ha reconocido que su relación con Ingrid se deterioró porque "no se comportó como una amiga".

Entre los incondicionales de Betancourt está el ex senador Luis Eladio Pérez, con quien al parecer mantuvo una relación sentimental durante el secuestro, según relatan en su libro los norteamericanos.

También el sargento William Pérez, quien cuidó a Ingrid en los momentos más duros y con quien se sigue escribiendo cada semana, según señaló este enfermero a Efe.

Una vez liberada, Betancourt viajó a París, donde se encontró con sus hijos, y ha iniciado los trámites de su divorcio del publicista Juan Carlos Lecompte, con quien contrajo matrimonio en segundas nupcias en 1997 en la Polinesia.

La demanda de divorcio la presentó Ingrid alegando "separación de cuerpos de hecho" durante años, mientras que Lecompte, al parecer, se siente molesto por la "ingratitud" mostrada por su esposa, según publicó la semana pasada la revista Caras.

Tras su rescate, la ex candidata presidencial inició una carrera de viajes por varios países, la recibieron mandatarios de América y Europa, incluso el Papa, y recibió varios premios, entre ellos el Príncipe de Asturias de la Concordia por su "dignidad" y "valentía".

Llegó a ser candidata al Nobel de la Paz, después de ser nombrada "Mujer del Año 2008" por la organización Women's World Award, cuyo promotor es el ex presidente soviético Mijail Gorbachov.

En Colombia, estos premios se han recibido con recelo en algunos sectores, ya que muchos ex rehenes y miembros de la sociedad civil creen que Betancourt no tiene más méritos que otros ex secuestrados que siguen trabajando por la paz desde la sombra.

Ahora, Ingrid vive entre París y Nueva York, aparece poco en público y está centrada en escribir su dramática historia: un libro que antes de llegar a las librerías está predestinado a ser uno de los más vendidos.