En realidad, cuando nos referimos a 'bautizos civiles o laicos' estamos hablando de una Ceremonia civil de imposición de nombre. La propia madre del primer hijo que fue bautizado de esta forma, Carmela Planell, ya intentó en su momento (en octubre de 2004) que no se utilizara este nombre para evitar polémicas con la Iglesia.
El que quiera seguir este rito, por así decirlo, ha de saber que en el mismo, los progenitores se comprometen a defender los derechos de los menores, nada más.
La ceremonia
En nuestro país se han celebrado este tipo de ceremonias en los Ayuntamientos de Igualada (Barcelona), Rivas Vaciamadrid (Madrid), El Borge (Málaga) y Madrid capital.
En cada uno de ellos se siguen unos pasos, pero suelen ser muy similares.
En primer lugar el alcalde o concejal procede a la lectura de los artículos 12 y 27 de la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas.
En segundo lugar, suele tomar la palabra uno de los familiares. Tras esto, en el caso de Rivas, se procede a la firma de la carta Municipal de Ciudadanía del Niño y la Niña.
Ante la demanda creciente que están teniendo este tipo de actos, desde el Partido Socialista han decidido pedir en el próximo Pleno del Ayuntamiento que se regulen.
Separación entre Iglesia y Estado
Y es que el propio bautizo del pequeño de Cayetana, Leo, tuvo más bien un carácter simbólico ya que el Ayuntamiento de Madrid no cuenta con un registro para que aparezca recogido de manera oficial.
Algo que parece novedoso en realidad tiene más de dos siglos de antigüedad. El 13 de julio de 1790 se llevaron a cabo los primeros bautismos civiles en Estrasburgo. Durante la Revolución Francesa (1789) proliferaron tanto que en 1792 se instituyeron por decreto como símbolo de la separación entre Iglesia y Estado. RSO