Shannon comprobó que los labios del bebé se habían vuelto azules y no respiraba, por lo que inmediatamente avisó a los servicios sanitarios que trasladaron a la pequeña al hospital de Nottingham, lugar en el que sucedió el hecho. Lamentablemente no se pudo hacer nada por su vida y falleció.
Tal y como indica Mirror, el bebé sufría de espina bífida, una enfermedad que implica que la columna vertebral no se desarrolla adecuadamente, e hidrocefalia, una acumulación de líquido en el cerebro.
Ahora, la familia quiere realizar un homenaje a la pequeña fallecida, y ha planeado lanzar un globo en el parque Wollaton de Nottingham, que es donde Shannon llevó a pasear a Maise-Leigh.
La madre ha asegurado que su hija era “una niña sonriente y feliz, había pasado por tanto en su corta vida, pero no le afectó”. “Ella estaba limitada en lo que podía hacer: no podía mover las piernas y tenía más fuerza en el brazo derecho que en el izquierdo”, ha explicado Shannon tras el fatal desenlace.